Jean-Paul Sartre: existencialismo y libertad

El hombre, el intelectual, el combatiente



Jean-Paul Sartre (1905-1980) fue uno de los pensadores más importantes del siglo XX. Sus ideas libertarias y su apostolado comprometido con las luchas sociales tuvieron una gran influencia en el mundo de la postguerra. Su espíritu critico e iconoclasta, así como sus posturas personales lo llevaron, entre otras cosas, a renunciar al premio nobel de Literatura, en 1964, al considerar que la cultura no puede estar institucionalizada.


Filósofo, escritor, ensayista, dramaturgo y activista político. En él, pensamiento, palabra y acción estuvieron unidos; teniendo como denominador común la búsqueda de la libertad humana desde la praxis. Su humanismo no era el de un hombre compasivo, sino combatiente. Fue un comprometido militante a favor de las causas sociales y revolucionarias en todo el mundo. Siempre polémico, no le rehuyó a la confrontación de ideas; al contrario, fue en el calor del debate que se forjaron sus más grandes convicciones filosóficas y políticas.

Sartre, dirigiéndose a los estudiantes franceses en 1968


Su actividad intelectual no fue la propia del típico intelectual burgués, refugiado en su gabinete, sin siquiera otear lo que ocurre al otro lado de la ventana. En él, la teoría y praxis estaban indisolublemente unidas. La literatura y la lucha política iban de la mano. Tampoco tuvo el talante del observador desapasionado e imparcial. En él, razón y pasión se entremezclan de una forma poco común. Su vida misma fue un ejemplo de la filosofía que predicó de manera incansable.


Se involucró en los asuntos más palpitantes de su tiempo - la revolución argelina; la revolución cubana; la guerra de Vietnam; el mayo francés; entre otros- con una apuesta clara a favor del fin del colonialismo y la revolución social. Su militancia estuvo siempre del lado de los oprimidos, de quienes buscaban la ansiada libertad.


Pensamiento y acción formaban un binomio en la personalidad de este francés universal. El existencialismo fue su filosofía, su particular forma de concebir al hombre como un ser condenado a ser libre. 


Existencialismo, humanismo y libertad


La postguerra marco un retorno a los problemas filosóficos. En el centro del debate estaban el marxismo, el cristianismo y el existencialismo. Como parte de la polémica sobre el existencialismo y su lugar dentro de la filosofía, Sartre ofreció,  en octubre de 1945, la conferencia: " El existencialismo es un humanismo". Esta fue una respuesta a las críticas provenientes del marxismo ortodoxo y el cristianismo conservador. Sartre buscó responder a ambas corrientes y ubicar su propuesta existencialista al interior de una amplia corriente que tenía en Heidegger, Jaspers y Marcel sus personalidades más descollantes.
Ambas tendencias- el marxismo ortodoxo y el cristianismo- son, para Sartre, filosofías que condenan al hombre a la esclavitud, que le impiden ser auténticamente consciente de su libertad y de la responsabilidad que eso conlleva para consigo mismo y la humanidad.

El comunismo ortodoxo pierde de vista al hombre, sumergiéndolo en las grandes estructuras socio-económicas de las cuales forma parte y de las que solo seria una expresión de su dinámica. El cristianismo, por su parte, nos plantea la idea de un hombre cuya esencia es divina, y cuyo proyecto, por tanto, le es ajeno.

Fue, precisamente, desde el ateísmo que Sartre construyó su propuesta existencialista. Sostuvo que la esencia de las cosas proviene de la subjetividad de su creador; es decir, del proyecto o imagen que antecede a lo creado. Al no ser el hombre una creación divina, carece de un proyecto predeterminado y, por ende, de esencia. Este es  el argumento fundamental que le permite postular el existencialismo. El hombre, para Sartre, es,  ante todo, existencia, y es en este proceso de existir que debe dotarse a si mismo de un proyecto; es decir, de construirse una esencia. Por ser la esencia el resultado de un proyecto realizado, ésta necesariamente empieza en la subjetividad del hombre, pero solo se hace realidad en su praxis. 

La existencia es lo único con lo que el hombre cuenta para forjarse a si mismo. Se encuentra huérfano de toda paternidad moral, de toda guía. Está retado por la vida a hacerse cargo de sí mismo y de la humanidad, a ser libre.

La libertad, como condición humana, no supone una desventura o calamidad para el hombre, sino el desafío para que el ser humano enfrente la  vida con autonomía y madurez. He ahí el punto de inicio de su concepción humanista.

Sartre y el Che Guevara


Pero el enfrentar la vida no supone individualismo; sino, al contrario, un compromiso con el otro. Un humanismo comprometido con la condición humana. En el pensamiento de Sartre, el humanismo no recae en valores divinos ni determinaciones estructurales sino en la responsabilidad del hombre frente a la vida, en una necesaria toma de conciencia para ser el constructor de su destino. No es una fatalidad, sino una apuesta. En suma, en la posibilidad de que el hombre supere la alienación.


El humanismo existencialista de Sartre es aquel comprometido con la praxis transformadora del hombre y de la sociedad. Es una invitación a ser revolucionarios sin olvidar que la verdadera revolución empieza como proyecto; es decir, desde la subjetividad. Sartre es un testimonio de su misma filosofía al buscar, permanentemente, que su vida sea la expresión de su proyecto, que su praxis sea la manifestación de su subjetividad. Sartre fue un hombre que logro, ciertamente, dotar de esencialidad a su vida - en el sentido existencialista,-llegando a ser una de los pensadores mas orgánicos e importantes del siglo XX.

Comentarios

daniel Loayza Herrera ha dicho que…
Extraordinaria apresiación, sobre el pensamiento individual de como es el hombre construyendo su propio destino.....
daniel Loayza Herrera ha dicho que…
Extraordinaria apreciación, sobre el pensamiento individual de como es el hombre construyendo su propio destino.....

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