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Mostrando entradas de diciembre, 2009

El espacio de la ideología y el poder del miedo

En gran medida el poder, que les confiere a las organizaciones y al mercado la posibilidad de convertir a los hombres en simple instrumento de éstos, de des-individualizarlos y transformarlos en sólo parte de la masa, de hacerles sentir que sólo pueden ser yo cuando son otros está sustentado en el miedo. Ese miedo está instalado en lo más profundo ser. Es el control de las posibilidades de la imaginación y por ende de la crítica racional que no puede afirmarse sin aquella. El miedo está bien instalado en aquellas esferas de la mente pre-racional, y por ello es poderoso como modelador social y conductual. Esta faceta del poder no involucra que éste pueda operar independientemente y al margen de toda ideología. El mercado, cómo forma suprema y sublimada de las relaciones entre los hombres, las cuales son presentadas como de libertad, brinda un poderoso espacio para la realización del discurso ideológico y por ende para la alienación del hombre frente al sistema. El miedo a dejar de

El misterio del valor de uso y su importancia en el capitalismo contemporáneo

Marx, en su preocupación por develar la lógica del capitalismo dedicó sus últimos años y sus máximos esfuerzos a su obra cumbre: “El capital”. La esencia de la dinámica del capitalismo que el gran pensador alemán estudió concienzudamente partió de la mercancía. La mercancía fue identificadamente por Marx como la esencia de toda la lógica de las relaciones capitalistas, y su valor de cambio, como el misterio que habría de permitir la comprensión cabal de la explotación obrera en los tiempos que él estudio. Para el análisis de la mercancía, el viejo Marx partió del análisis del valor-dinero de la mercancía. Para ello hizo una clara diferenciación entre el valor de uso y el valor de cambio. Nos presentó a la expresión del valor de cambio, es decir, el valor-dinero como la máscara bajo la cual se oculta la auténtica naturaleza del valor de cambio de un bien, es decir el trabajo socialmente necesario en producirlo. Esto le permitió presentar con claridad a la clase obrera como la auté

El INDIVIDUO Y LA MASA

Por: Daniel Loayza Herrera. El yo y el otro Se ha impuesto la no comunicación, el no diálogo, la negación del “otro” y la creencia de la afirmación del yo que no es otra cosa que el nosotros. El problema no es el no poder entender al otro sino el no querer hacerlo. La molestia que despierta todo aquel que se atreve a ver y sentir las cosas de distinta manera, que piensa que “otro mundo es posible”, que quiere construir otra cotidianeidad. Todos ellos son silenciados. Sobre éstos y sus ideas sólo quedan dos posibilidades: o son silenciados bajo amenaza, la mayor parte de las veces velada; o se hace de cuenta que no han dicho nada, que estos no existen, que estas ideas están “fuera de lugar” y que por lo tanto no tienen ningún espacio ni importancia. Su insistencia los puede convertir en incómodos. La comunicación, vista desde esta perspectiva es sólo una ilusión o una aspiración. Es una incomunicación. La comunicación así planteada es un proceso selectivo en el cual se decide e