Medios de comunicación y control Social



Es sabido que los medios de comunicación juegan un importante papel en la sociedad. Es tan importante su rol que seria incomprensible el mundo de hoy sin ellos. Sobre su poder e influencia se ha dicho y escrito bastante; aunque es menester reconocer que la sociedad en su conjunto no ha aquilatado las advertencias que, desde muchas fuentes, se lanzan al respecto.

Los medios de comunicación son concebidos comúnmente como  canales a través de los cuales el público se puede entretener e informar. Sin embargo, se deja pasar el hecho de que los medios juegan un papel de primerísima importancia en el control social.

El control social es consustancial a la sociedad. Es la modelación de la conducta como resultado de la existencia de un conjunto de mecanismos que van desde la coacción hasta otros mucho más sublimes e inadvertidos. El control social se expresa en una oferta limitada de comportamientos posibles, fuera de los cuales no es posible actuar. Cuando esto ocurre operan las sanciones punitivas, como es, por ejemplo, el caso del derecho penal en las sociedades contemporáneas.

En la medida en que los medios masivos de comunicación son modeladores de la conducta, participan y contribuyen a la implementación y eficacia de los mecanismos de control social. Estos mecanismos tienen una importante función de control social en la medida en que las sociedades modernas han requerido sublimar sus formas de control social.

La Modernidad y el control social
La modernidad, como poder institucionalizado, empieza con la revolución francesa. Pese a que filosóficamente es anterior a 1789, fue este proceso el que buscó por primera vez la materialización de sus ideas. Desde el punto de vista del control social, las ideas ilustradas denunciaron el maltrato físico a los trasgresores del orden, reemplazándolo por formas más sublimes. El epicentro de la sanción a quienes realizaran actos opuestos a los socialmente aceptados se traslado del cuerpo a la mente. 

En el campo del derecho penal, por ejemplo, la doctrina alemana se concentró en el desarrollo de una teoría del delito basada en la conducta. Así, la mente humana se convirtió en el nuevo escenario hacia donde debería dirigirse la sanción. 

La voluntad humana pasó a ser el gran espacio desde empezó a percibirse el funcionamiento de la sociedad. Desde el campo del derecho civil, tanto la doctrina francesa del acto jurídico, como la alemana del negocio jurídico partieron de la voluntad y de la manifestación de ésta como constructora de relaciones jurídicas. Desde la política, por su parte, la voluntad paso a ser la piedra angular sobre la que se debían construir las relaciones políticas. Así, el sufragio se convirtió en el mecanismo que simboliza la democracia.

Este nuevo escenario, donde las instituciones estaban operando sobre la base de la idea de voluntad, era propicio para el desarrollo de la economía capitalista. El capitalismo, para su desarrollo requirió de determinadas formas de libertad individual. En suma, de manifestación de la voluntad. La libertad económica y, con ella, la libertad de los mercados no serían posibles sin estas nuevas forma de percibir la vida social. Fue justamente el impulso proveniente del desarrollo de la economía capitalista lo que hizo posible la institucionalización de nuevas formas jurídicas e ideológicas centradas en la voluntad. Los viejos mecanismos de uso de la violencia coactiva debieron dar paso a formas más elaboradas. Ya no era posible controlar el cuerpo; era preciso controlar la mente.

La escuela, por esta razón, empezó a jugar un rol cada vez más importante como medio homogenizador y transmisor de contenidos modeladores de la personalidad. No es casualidad el empeño que los Estados Europeos y el norteamericano mostraron por la educación en los siglos XIX y XX. La escuela empezó a preparar a los individuos para ser “buenos ciudadanos”, para cumplir las normas instituidas y evitar al máximo toda  conducta que colisionara con el poder instituido.

El siglo XX presenció el surgimiento de los medios masivos de comunicación. Primero la radio y posteriormente la televisión fueron transformando a los individuos haciendo mucho mas eficaces los mecanismos de control social tradicionales. La segunda guerra mundial mostró las enormes posibilidades de los medios de comunicación como mecanismos de manipulación de los individuos, de constructores de “conductas” adecuadas a los intereses de los diferentes países partícipes en la conflagración. 

Paralelamente a esto, la necesidad de crecimiento del capital de manera ampliada condujo a un proceso de construcción de una nueva sociedad: “la sociedad de consumo”. El consumismo, como construcción socio-cultural, es un producto que sería incomprensible sin el papel que juegan los medios de comunicación. En este sentido, los medios han contribuido a modelar las personalidades de los individuos, a direccionar su voluntad. 

Es menester advertir que este proceso de modelamiento de la voluntad, a través de la construcción de personalidades consumistas, no se restringe al consumo de bienes y servicios. El consumo se extiende al de las ideas y paradigmas sociales. Así, el proceso de completa con  la alienación progresiva del individuo hacia formas de razonamiento y reflexión orientadas directamente a castrar toda posibilidad de elaborar una postura crítica frente al orden social existente. De esta manera, las conductas que los individuos perciben como posibles de realización se reducen notablemente, permitiendo que realicen solo aquellas que van en concordancia con lo que el sistema necesita; pero que, sin embargo, estas conductas internalizadas desde los medios sean percibidas por los propios individuos como una expresión de la autonomía de su voluntad.

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