MARIO VARGAS LLOSA Y SU PENSAMIENTO POLITICO
Por: Daniel Loayza
Herrera
Quiero escribir en esta
oportunidad sobre Mario Vargas Llosa. El más insigne escritor que ha dado el Perú
en su historia, aunque no el más profundo, pues ese lugar indiscutiblemente le
corresponde a José María Arguedas. Estas notas las escribo sin ningún animo de
molestia hacia nuestro premio Nobel, al contrario, lo hago con la admiración de
un hombre que no ha ganado ningún premio en la vida tiene frente a otro que lo
ha ganado todo. Pero esta admiración no me lleva a endiosar a Don Mario, como
creo que ocurre últimamente. Políticos de todas las tiendas recurren a el para
recibir la bendición. Don Mario garantiza que determinados políticos son
honestos, transparentes y defensores de la democracia. Sin quitarle los
merecidos galardones en materia literaria, creo que esto es, sinceramente, un
exceso.
Don Mario Vargas Llosa es
actualmente una de las personalidades liberales más importantes de América
Latina. Tiene ciertamente la autoridad moral y el derecho para opinar sobre
todos los asuntos que considere pertinentes; como creo que nosotros tenemos el
derecho de discrepar con sus ideas. El Nobel es un ferviente defensor de la
democracia y de la libertad; sin embargo pocos nos preguntamos que es la
democracia y la libertad para Don Mario. Para dar respuesta a esta interrogante
es pertinente hacer un breve repaso a la conducta política de Mario Vargas Llosa
desde la década de 1980.
Mario Vargas Llosa salta a
la arena política peruana en 1987, a propósito del intento de estatificación de
la banca del gobierno de Alan García. Nuestro laureado escritor fue el mas
firme opositor al intento aprista de controlar la banca comercial privada desde
el Estado. Para ello fundo el movimiento “Libertad” que agrupaba a algunos de
los jóvenes liberales peruanos. El discurso era claro. El intento del gobierno
de Alan García de estatificar la banca comercial era un atentado contra la
libertad. Don Mario identifico libertad con libertad de la banca privada nacional
para operar. Digámoslo en otro sentido, todos los demás aspectos que
tienen que ver con el ejercicio de la
libertad estaban ciertamente ausentes en el discurso de Vargas Llosa, como es
el caso de los derechos sociales, sin los cuales no hay ejercicio de la
libertad, la equidad social, entre otros.
Así, la Libertad quedo
reducida a la libertad de los banqueros peruanos de aquel entonces. Esta propuesta
rápidamente aglutino a la derecha peruana, financiada por los banqueros del Perú,
ávidos de encontrar un líder de fuste que los llevara nuevamente al poder. Don
Mario, en aquella oportunidad, y ya como candidato a la presidencia de la república,
propuso un plan de gobierno consistente en un conjunto de “reformas estructurales”
modernizadoras. Estas reformas que parecían ser el plan de gobierno pensado
desde el “liberalismo perano” no fueron sino la copia más fiel de la propuesta
por el llamado “Consenso de Washington”, que no fue otra cosa que la punta de
lanza programática de la avanzada neo-liberal en el mundo. Nos propuso la privatización
de todas las empresas del estado, la
renuncia a todo sector considerado estratégico para el desarrollo nacional, el
rechazo a toda planificación estatal, el despido masivo de los trabajadores del
estado y la reducción del aparato estatal hasta su mas mínima expresión, dejándole
solo los roles de educación, salud y defensa. Es decir, Don Mario era el primer
político que de manera seria, consistente y extendida nos traía las ideas de
Milton Friedman, para quien la libertad termina con la libertad de mercado y la
libertad de mercado culmina con la posibilidad de los oligopolios de actuar sin
control.
Pese a presentar a “Libertad” como un movimiento de renovación liberal en el Perú,
no dudo en rodearse de los dos partidos de la derecha peruana: Acción Popular y
el Partido Popular Cristiano. Estos partidos, de acuerdo al liberalismo
peruano, inspirado en las ideas de Hernando de Soto, por aquel entonces amigo y
consejero de Vargas Llosa, eran mercantilistas. Es decir, Acción Popular y el
Partido Popular Cristiano, los Partidos que habían fracasado en el gobierno entre
1980 y 1985 debido a sus políticas anti-mercado eran ahora el soporte político de
su candidatura.
Don Mario no dudo tampoco en
aliarse con las fuerzas financieras “mercantilistas” del Peru. Con aquel
capital “rentista”, acostumbrado al beneficio estatal y a la clientela política.
Es decir, desde el anacronismo, pretendía construir una fuerza que renovara política
y económicamente al Peru. Esto es preciso decirlo. En necesario que nos detengamos
en este hecho pues expresa la superficialidad absoluta con la que nuestro premio
Nobel pretendió cambiar el país. Recordemos la pobreza de su mensaje en materia
de equidad social. No tuvo una propuesta seria y articulada para integrar a
millones de peruanos en condiciones de poder desarrollarse en una economía de
mercado. Para Vargas Llosa, ciertamente, la libertad es exclusivamente la
libertad de los banqueros y el gran capital. Su liberalismo no es auténticamente liberal. No alcanza a criticar
a los grupos de poder económico por su manejo oligopolio del mercado, tampoco a
las barreras que impiden el acceso al mercado de millones de personas no solo
por razones económicas sino de equidad social.
Habiendo perdido las
elecciones de 1990, Fujimori llego al poder. Este último aplico lo que en el Perú
llaman el “programa de Vargas Llosa”. Esto es un error. Fujimori aplico el
programa que nos fue impuesto desde el Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial, en concordancia con el documento conocido como “El Consenso de
Washington”. El programa no era de Vargas Llosa, nunca lo fue. La aplicación de
este programa, por su dureza, tendría enormes costos sociales que era preciso
contemplar y enfrentar. Pronto, el gobierno de Fujimori, contando con el apoyo
del ese capital financiero que lo había apoyado y que subvencionaba a los
medios de comunicación para obtener su total apoyo y extirpar todo rastro de
critica, tuvo el control absoluto del poder a través de un golpe de Estado,
conocido como el “autogolpe del 5 de abril”.
Obviamente los partidos políticos
de izquierda y derecha mostraron su rechazo. Pero, especialmente los de
derecha, no contemplaban ni aceptaban que esta no era sino la forma en que el
gobierno peruano, con el apoyo de los Estados Unidos, del Ejercito y de los
medios de comunicación financiados por los banqueros que les habían pagado la
campaña en 1990, estaban materializando los costos de su propio plan de
gobierno en materia económica.
El Perú no es un caso aparte
en este proceso latinoamericano, operado por los Estados Unidos, para eliminar
todo rasgo de “socialismo” en América Latina, concordante con la unipolaridad
alcanzada por la potencia del norte luego de la caída del muro de Berlín. Chile
lo vivió con Pinochet y posteriormente Argentina con Videla. Chile fue el caso emblemático,
el laboratorio yanqui en América Latina. El Perú solo siguió sus pasos.
Pero Vargas Llosa se manifestó
en contra del gobierno de Fujimori luego del golpe del 5 de abril. La razón de
esto era que Vargas Llosa pensaba que el programa económico brutal que nos propuso,
que Fujimori aplico y contra el que Vargas Llosa nunca se pronuncio era viable
dentro de la institucionalidad democratica. Es mas, pidió, luego del llamado “autogolpe”,
duras sanciones económicas para nuestro país. Por supuesto que estas no se
llegaron a producir puesto que los Estados Unidos respaldaban las medidas del
gobierno de aquel entonces. Nuestro gran escritor no se percato de que las
medidas de “cambio estructural” que el puso en el tapete político era
incompatibles con la democracia. No entendió que la respuesta organizada no se dejaría
esperar y era necesario crear condiciones de dura represión y de suspensión de
las garantías democráticas para llevarlas a cabo. Pobre Mario, pensaba que la
ultra-derecha peruana era democrática. Nuestra ultra-derecha era tan “pragmática”
como algunos de quienes lo acompañaron en el movimiento “Libertad”, como fue el
caso de Rafael Rey, que luego no dudo en defender a Fujimori a capa y espada.
La banca privada nacional, interesada en fortalecer su posición de poder y
acompañada de muchos de los antiguos “liberales” apostaron por “el chino”, convirtiéndose
en sus ayayeros. No tuvieron ningún reparo
moral por todo lo que ese gobierno hacia con tal de llevarse los bolsillos.
Pero Don Mario, sin ninguna
maldad, pero con mucha candidez, observaba desde su pulpito intelectual como un
país se desangraba socialmente por la aplicación de “su programa” económico.
Veia con repudio como no había tenido amigos; sino oportunistas que se subieron
al carro de su candidatura haciéndole creer que eran liberales. Pobre Mario!,
no entendio que el liberalismo es mucho mas que la defensa de los banqueros y
sus capitales. No lo comprende aun, lo cual se percibe en el hecho de que jamás
critica la política imperialista yanqui, nunca se muestra en contra de los
atentados contra los derechos humanos en el mundo. Tampoco contra los
oligopolios. Solo alza su voz y presta su prestigio cuando un puñado de
banqueros ven amenazados sus intereses. Por eso Don Mario se muestra feliz de
que Humala no haya cumplido su primer programa; pero no le incomoda que haya
abandonado sus promesas de inclusión social. Aplaude la inoperancia de este
gobierno porque le satisface saber que los grandes intereses actúan impunemente
y sin control, todo ello porque su liberalismo es superficial, cojo, limitado a
defender la libertad de los grandes capitales, nada más.
Comentarios