Materialismo histórico: una teoría en construcción

Por: Daniel Loayza Herrera[1]

Materialismo histórico; la “infraestructura” y la “superestructura”

Mucho se ha escrito y dicho sobre el determinismo económico mecanicista, atribuido a  Marx y Engels. Este equívoco proviene de varias circunstancias: la primera, que Marx y Engels no tuvieron el suficiente tiempo de desarrollar, teóricamente, la manera en que concebían el papel que cumplen de los aspectos “superestructurales” en la sociedad y su devenir; segundo, que hubo, en muchos casos, una interpretación simplista del materialismo histórico, por parte de muchos suscriptores de su pensamiento, ya en tiempos del propio Marx y Engels; tercero, la necesidad de divulgar el marxismo, en el contexto de la lucha ideológica contra quienes se oponían a la revolución, produjo una avalancha de manuales, para el lego, que simplificaban la teoría de Marx y Engels, presentándola como si fuese una interpretación de la historia que solo privilegiaba lo económico[2].



Ante ello emerge la pregunta: ¿qué querían decirnos, realmente, Marx y Engels con el materialismo histórico? Un acercamiento inicial a la respuesta a esta pregunta la podemos encontrar en la carta que Engels le envió a José Bloch en 1890, cuando la obra de ambos teóricos ya estaba acabada:

....Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda.(…)[3]
A partir de lo mencionado por Engels queda claro que la producción y reproducción de la vida no se agota en lo económico, es decir, comprende toda la multiplicidad y multidimensionalidad de la vida social. Sin embargo, ello nos lleva a plantearnos otra pregunta: ¿lo “superestructural” puede ser también determinante de los acontecimientos y del curso de la historia? En la misma carta de Engels, dirigida a Bloch, da respuesta a ello:

(…)La situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura que sobre ella se levanta --las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las Constituciones que, después de ganada una batalla, redacta la clase triunfante, etc., las formas jurídicas, e incluso los reflejos de todas estas luchas reales en el cerebro de los participantes, las teorías políticas, jurídicas, filosóficas, las ideas religiosas y el desarrollo ulterior de éstas hasta convertirlas en un sistema de dogmas-- ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma (…).[4]

Marx y Engels no negaron, por ejemplo, que las formas jurídicas e ideológicas tengan importancia. Obsérvese que menciona claramente a las “las ideas religiosas y el desarrollo ulterior de éstas hasta convertirlas en un sistema de dogmas-- ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma (…)”. Queda claro, entonces, que la supuesta negación, por parte de Marx y Engels, de la influencia de los factores “superestructurales” no es tal. Ante ello surge una duda: ¿cuál es el papel que cumplen las relaciones económicas en la sociedad? En la misma carta, Engels menciona lo siguiente:

Es un juego mutuo de acciones y reacciones entre todos estos factores, en el que, a través de toda la muchedumbre infinita de casualidades (es decir, de cosas y acaecimientos cuya trabazón interna es tan remota o tan difícil de probar, que podemos considerarla como inexistente, no hacer caso de ella), acaba siempre imponiéndose como necesidad el movimiento económico. De otro modo, aplicar la teoría a una época histórica cualquiera sería más fácil que resolver una simple ecuación de primer grado.[5]

¿Qué quiso decir Engels cuando sostiene que lo económico se impone como lo necesario? Este concepto no debe pasar inadvertido pues refleja no solo la idea que Marx y Engels tenían sobre la historia, sino la manera particular en que relacionaban a la historia con la filosofía, es decir, constituye el corazón de su concepción materialista del mundo. En filosofía lo necesario es la razón última y primera que justifica la totalidad de lo real, el ser y el devenir. Es el fundamento último de lo real. Para la concepción idealista y metafísica este fundamento es ideal o está más allá de lo físico; mientras que para los materialistas este es real, no se encuentra en ningún fundamento más allá de lo concreto. Es decir, para Marx y Engels, que concebían el devenir de la historia como un entramado de causalidades, las relaciones económicas eran la causa primera, la real, aquella en la que subyace, en última instancia, la dinámica del devenir social.

Las relaciones económicas, vistas como necesarias, no se pueden entender, en ningún caso, como causantes exclusivos que los acontecimientos históricos. Engels es claro al afirmar que apreciar el desarrollo de la historia como el resultado directo de lo económico no sería otra cosa que  una simplificación “más fácil que resolver una ecuación de primer grado”[6].

¿En qué radica el aporte de Marx y Engels? En la superación de la idea de necesidad propia del idealismo hegeliano y de la metafísica, pero también de los enfoques materialistas vulgares que ven lo primero simplemente en lo que existe como cosa, independiente de la práctica humana[7]. Al respecto Marx, en la primera de las tesis sobre Feuerbach, mencionó lo siguiente:

El defecto fundamental de todo el materialismo anterior -incluido el de Feuerbach- es que sólo concibe las cosas, la realidad, la sensoriedad, bajo la forma de objeto o de contemplación, pero no como actividad sensorial humana, no como práctica, no de un modo subjetivo. De aquí que el lado activo fuese desarrollado por el idealismo, por oposición al materialismo, pero sólo de un modo abstracto, ya que el idealismo, naturalmente, no conoce la actividad real, sensorial, como tal. Feuerbach quiere objetos sensoriales, realmente distintos de los objetos conceptuales; pero tampoco él concibe la propia actividad humana como una actividad objetiva. Por eso, en La esencia del cristianismo sólo considera la actitud teórica como la auténticamente humana, mientras que concibe y fija la práctica sólo en su forma suciamente judaica de manifestarse. Por tanto, no comprende la importancia de la actuación "revolucionaria", "práctico-crítica"[8].

Su aporte estuvo, precisamente, en encuadrar la necesidad en la historia, en esclarecer la manera en que las sociedades desarrollan su devenir, superando el caos existente entre las diversas causalidades o factores que pueden intervenir en ellas. Plantearon una historia vista como proceso, más allá de una sucesión anárquica de acontecimientos. De esta manera resuelven el problema de la articulación entre la filosofía y la historia, entre la razón primera y las demás razones que se desarrollan en el entramado histórico.

Partiendo de lo anteriormente señalado, podemos afirmar que el materialismo histórico no constituye, en ningún caso, una historia de la humanidad, sino una concepción filosófica sobre el desarrollo de la sociedad, una teoría de la historia y un método de análisis. El conocimiento de la historia, como proceso concreto de una sociedad determinada, ligado a hechos específicos, está sujeto a los avances en la investigación. Ello implica que la teoría de las cinco etapas del desarrollo de las sociedades: comunitarismo primitivo, esclavismo, feudalismo, capitalismo y socialismo, fueron solo acercamientos de Marx y Engels al conocimiento histórico. De hecho los estudios de Marx sobre el llamado “modo de producción asiático” expresan, con suma claridad, que su conocimiento de la historia estaba en permanente desarrollo, que no era algo acabado y definitivo.

Los críticos de la “ortodoxia” marxista le han atribuido a Marx y Engels la creencia de que las relaciones económicas determinan de manera directa nuestras acciones y pensamientos, que no somos otra cosa que marionetas de las relaciones económicas. Engels, en la misma carta a Bloch, menciona al respecto: “Somos nosotros mismos quienes hacemos nuestra historia, pero la hacemos, en primer lugar, con arreglo a premisas y condiciones muy concretas (…)”[9]. Lo que deja en claro Engels es que lo económico es el determinante necesario, esencial, como oposición a la “superestructura”, que le da la forma, pero ello no significa una causalidad económica siempre directa y mecánica.

¿Cuál es, entonces, el aspecto medular del materialismo histórico? Su reconocimiento de que el hombre es un ser material, que vive en relaciones sociales concretas, que sus ideas y prácticas culturales responden, en última instancia y no mecánicamente, a condiciones económicas históricamente determinadas. En suma, el materialismo histórico es una concepción filosófica sobre el desarrollo de las sociedades pero que, por su concepción de la historicidad del desarrollo social, no presenta leyes inmutables para todo tiempo y lugar. Al respecto del carácter histórico de las relaciones económicas y, por tanto, de la economía política marxista, Engels [10]menciona lo siguiente:

Las condiciones en las cuales producen e intercambian productos los hombres son diversas de un país a otro, y en cada país lo son de una generación a otra. La economía política no puede, por tanto, ser la misma para todos los países y para todas las épocas históricas. Desde el arco y la flecha, el cuchillo de piedra y el excepcional intercambio y tráfico de bienes de salvajes hasta la máquina a vapor de mil caballos, el telar mecánico, los ferrocarriles y el Banco de Inglaterra, hay una distancia gigantesca (…) La economía política es, por tanto, esencialmente una ciencia histórica. Esa ciencia trata una materia histórica, lo que quiere decir una materia en constante cambio; estudia por de pronto las leyes esenciales de cada particular nivel de desarrollo de la producción y el intercambio, y no podrá establecer las pocas leyes muy generales que valen para la producción y el intercambio como tales sino al final de esa investigación (…)

Esta concepción de la economía como un producto histórico no debe confundirse con una posición relativista. Es decir: ¿Para los padres del marxismo que tienen en común los diversos desarrollos históricos específicos, más allá de sus diferencias? Para Marx y Engels los diversos desarrollos históricos tienen en común dos aspectos fundamentales, a saber: el primero, referido a que en todas las sociedades- en todos los procesos históricos, tiempo y lugar- las relaciones económicas constituyen el fundamento último de la vida social, la razón primera, lo que filosóficamente podemos entender como necesidad; la segunda, que en cualquier sociedad donde se presenten los mismos modos de producción, es decir de producción e intercambio, se cumplen las mismas leyes económicas. Al respecto, Engels (2002, 102) nos dice lo siguiente:

(…) No hará falta decir que las leyes válidas para determinados modos de producción y formas de intercambio tienen también validez para todos los períodos históricos a los que sean comunes dichos modos de producción e intercambio y dichas formas de intercambio. Así, por ejemplo, con la aparición del dinero metálico empiezan a actuar una serie de leyes que son válidas para todos los países y para todos los lapsos históricos en los que el intercambio está mediado por el dinero metálico.

Existe una crítica muy extendida a las ideas de Marx y Engels, consistente en negar que en la historia existan leyes y que ese presunto determinismo marxista no es sostenible a la luz de los avances en las ciencias sociales. Sobre este asunto es preciso aclarar que Marx y Engels, cuando hablan de leyes se refieren a leyes económicas, no se refieren a leyes que permitan determinar la forma en que, por ejemplo, se produce la religiosidad en las sociedades. Tampoco se refieren a leyes que determinen la forma que adquieren los sistemas políticos o jurídicos. Sobre el particular debemos mencionar que existe una incomprensión de los planteamientos de Marx y Engels, pues lo que plantearon es que existen leyes económicas, que corresponden a la relación entre la producción y la distribución; además de la ley que se refiere al impacto que tienen las transformaciones económicas de un modo de producción a otro en las relaciones políticas, jurídicas e ideológicas. No es posible que Marx y Engels cometieran tal equívoco porque para ellos las relaciones políticas, jurídicas e ideológicas son de forma, no de esencia, es decir, pueden adoptar una multiplicidad de maneras de organización y manifestación, las cuales son específicas en cada sociedad y responden a sus particularidades. Igualmente llama la atención que sean, precisamente, los que critican el “determinismo” marxista los que se adscriben a una concepción económica liberal que está llena de “leyes”, como es el caso de las llamadas “ley de la demanda” y “ley de la oferta”, postulando incluso que tienen un carácter de universalidad e inmutabilidad puesto que no la someten a ninguna consideración del desarrollo histórico.

La existencia de leyes económicas generales, correspondientes a los modos de producción y de leyes específicas, a la manera particular en que estos modos de producción se relacionan en cada sociedad específica, dio lugar a la aplicación del método comparativo. Este método, precisamente, fue aplicado por Marx para comprender el desarrollo de las sociedades pre-capitalistas en latitudes distintas a la europea:

Para llevar, plenamente a cabo esta crítica de la economía burguesa no bastaba con el conocimiento de la forma capitalista de la producción, el intercambio y la distribución. Había que estudiar también, al menos en sus rasgos capitales, y considerar comparativamente las formas que la han precedido o que aún subsisten a su lado en países poco desarrollados. Dicho en términos generales, sólo Marx ha emprendido hasta ahora una tal investigación comparativa, y a sus investigaciones debemos, casi exclusivamente, todo lo sabido hasta ahora sobre la economía teorética preburguesa.[11]

El marxismo, a nivel metodológico, entonces, no supone, en ningún caso, la aplicación mecánica del materialismo histórico a una situación concreta. Supone el reconocimiento de las especificidades de cada desarrollo histórico, pero ello no implica que estas especificidades supongan la adscripción al relativismo histórico.

Lo anteriormente señalado deja un amplio espacio para que en la investigación histórica concreta se identifiquen, en mayor o menos medida, factores no económicos como determinantes en el curso de los procesos y acontecimientos. Pero como quiera que es imposible demostrar que un solo factor es el único interviniente en la ocurrencia de un acontecimiento, el que una investigación en particular destaque ese factor no puede ser interpretado, en modo alguno, como que otros factores no han intervenido.
El materialismo histórico como una construcción inacabada

El materialismo histórico parte de una premisa primera y fundacional: el ser y el pensar tienen una común esencia material. Esto no es otra cosa que el reconocimiento de que la idea es materia evolucionada. Este punto de partida nos lleva, necesariamente, a reconocer que las formas políticas, jurídicas e ideológicas son también esencialmente materia.

La idea de que a través del proceso evolutivo el ser humano primero fue tal y que luego empezó a pensar no solo carece de sentido, sino que además nos llevaría a planteamientos puramente metafísicos sobre lo que es el ser humano. El proceso evolutivo humano no puede ser entendido sino en el proceso de desarrollo físico-psíquico. Bajo esta premisa no es posible establecer que el ser es anterior al pensar, pero tampoco lo contrario. En este contexto no tienen cabida ni el materialismo vulgar ni el idealismo metafísico. El ser también es el pensar del ser. No hay ser sin pensar, por tanto no hay ser antes del pensar. El desarrollo de las formas materiales de existencia son indesligables de sus formas subjetivas e intersubjetivas, de sus representaciones. Por tanto, la idea de que la existencia material es anterior al pensamiento es errónea y proviene de la simplificación el marxismo.

Marx, partiendo de Feuerbach, rechazó el idealismo hegeliano. Planteó que las formas ideológicas son el resultado, en última instancia,  de las relaciones concretas en las cuales están inmersos los seres humanos. Cuando estudió el desarrollo capitalista en Europa, en el contexto del siglo XIX, pudo confirmar ello debido a que las relaciones económicas estaban claramente diferenciadas de las formas políticas, jurídicas e ideológicas.

Por ello, cuando Marx buscó al hombre concreto y materialmente identificable lo encontró en la producción y el intercambio de bienes materiales, es decir, en la economía. Este punto de partida estuvo influenciado por los progresos que la economía política había tenido hasta entonces, como fueron los casos, especialmente de Adam Smith, los fisiócratas y otros que los antecedieron como Rousseau e incluso Monchrestien. Marx a estos enfoques a-históricos les añadió la concepción del devenir histórico hegeliano. Si bien es cierto que Marx y Engels aceptaban las particularidades en el desarrollo  de las diversas sociedades, no tenían duda de que la concepción materialista de la historia podría dar respuesta a la lógica en las que estas se desarrollaban.

Sin embargo, sabemos que los estudios económicos llevados a cabo por Marx, concernientes a las sociedades pre- capitalistas, recién se iniciaban, estaban muy lejos de ser algo acabado y definitivo. Engels deja en claro ello cuando sostiene que:

Lo que por el momento poseemos en materia de ciencia económica se limita casi exclusivamente a la génesis y el desarrollo del modo de producción capitalista: empieza con la crítica de los restos de formas feudales de producción e intercambio, muestra la necesidad de su sustitución por formas capitalistas, desarrolla luego las leyes del modo de producción capitalista y de sus correspondientes formas de intercambio considerando su aspecto positivo, esto es, el aspecto por el cual promueven los fines generales de la sociedad, y termina con la crítica socialista.[12]

Engels fue muy claro al mencionar que las leyes económicas específicas hay que encontrarlas en sociedades específicas, a través de investigaciones específicas:

La economía política es, en su más amplio sentido, la ciencia de las leyes que rigen la producción y el intercambio de los medios materiales de vida en la sociedad humana. Producción e intercambio son dos funciones distintas. La producción puede tener lugar sin intercambio, pero el intercambio —precisamente porque no es sino intercambio de productos— no puede existir sin producción. Cada una de estas dos funciones sociales se encuentra bajo influencias externas en gran parte específicas de ella, y tiene por eso también en gran parte leyes propias específicas. Pero, por otro lado, ambas se condicionan recíprocamente en cada momento y obran de tal modo la una sobre la otra que podría llamárselas abscisa y ordenada de la curva económica[13].

Partiendo de lo anteriormente señalado no es extraño que se descubran sociedades en las cuales las relaciones de parentesco, por ejemplo, tengan un lugar decisivo en las relaciones sociales, incluso en las económicas. Godelier acometió este problema desde el marxismo señalando que en las sociedades llamadas “primitivas” las relaciones de parentesco incluyen también relaciones económicas. Es decir, lo económico se da a nivel “infraestructural” y “superestructural”, pues no existe una clara separación entre ambas estructuras sociales en ese tipo de sociedades.

El origen de este problema estriba en la mirada que el estructuralismo proyectó sobre el marxismo. Lo concibió como estratos claramente diferenciados, como niveles que forman una pirámide en cuya base se encuentra lo económico (producción, intercambio y distribución de bienes materiales), claramente diferenciadas de las estructuras sociales, jurídico políticas e ideológicas. Por otro lado, las luchas contra las llamadas corrientes “revisionistas”, que le disputaban a los líderes revolucionarios la conducción del proletariado, llevó a una simplificación de los postulados originales de Marx, convirtiéndolos, en muchos casos, en una imagen mecanicista de la historia contenida en manuales de amplia difusión.

Tres son las circunstancias que nos permiten sostener que el materialismo histórico aún está inacabado: La primera, que no existe certeza de que los modos de producción que se han identificados sean todos los existentes. La segunda, de que no se han descubierto todas las particularidades que se dan a nivel de cada sociedad, en la articulación de los modos de producción; la tercera, que no se han agotados las investigaciones sobre la influencias que tienen las formas políticas, jurídicas e ideológicas en las sociedades. Es suma, el materialismo histórico es una construcción que aún no concluye, requiere de investigaciones específicas que den cuenta del devenir histórico, pero en un permanente diálogo con la propia teoría.

El materialismo histórico: relación entre método y teoría
Es una concepción del devenir histórico que parte de las condiciones concretas de existencia, del ser humano. Estas condiciones no deben ser identificadas como puramente económicas, donde la llamada “superstructura” es la consecuencia de una mecánica relación de causalidad económica.

Marx y Engels, por haberse dedicado a desentrañar las relaciones económicas propias del capitalismo, en el marco de su lucha contra la metafísica idealista, opusieron a esta lo económico como necesidad[14]. Por ende, las formas políticas, jurídicas e ideológicas son tan concretas como las relaciones económicas. El papel que estas formas desempeñan en cada sociedad concreta solo debe ser determinado en la investigación específica de cada sociedad.

El materialismo histórico, a condición de que siga manteniéndose como una concepción viva del devenir histórico, debe ser concebido como una teoría en permanente construcción, como algo inacabado.  Ello supone que debe abandonarse la idea de que es un simple método de aplicación mecánica que se limita a confirmar la teoría. Esta idea de que el investigador debe verlo simplemente como método se sustenta, en muchos casos, en la visión de que es una teoría acabada y definitiva.

Al no ser una teoría acabada su utilización metodológica debe suponer un permanente repensar del investigador con respecto a la teoría. Precisamente, de la confrontación de la teoría con la investigación concreta surgirá un enriquecimiento de la primera. Solo de esa manera el materialismo histórico podrá cumplir con la teoría del conocimiento marxista, que parte de la práctica para llegar a la teoría y luego a la práctica, en un proceso ininterrumpido.








[1] Historiador y educador.
[2] Engels, en su carta a Bloch, menciona lo siguiente: El que los discípulos hagan a veces más hincapié del debido en el aspecto económico, es cosa de la que, en parte, tenemos la culpa Marx y yo mismo. Frente a los adversarios, teníamos que subrayar este principio cardinal que se negaba, y no siempre disponíamos de tiempo, espacio y ocasión para dar la debida importancia a los demás factores que intervienen en el juego de las acciones y reacciones. Pero, tan pronto como se trataba de exponer una época histórica y, por tanto, de aplicar prácticamente el principio, cambiaba la cosa, y ya no había posibilidad de error. Desgraciadamente, ocurre con harta frecuencia que se cree haber entendido totalmente y que se puede manejar sin más una nueva teoría por el mero hecho de haberse asimilado, y no siempre exactamente, sus tesis fundamentales. De este reproche no se hallan exentos muchos de los nuevos «marxistas» y así se explican muchas de las cosas peregrinas que han aportado....
Carta de Engels a José Bloch. Lóndres 21 – 22 de setiembre de 1890. En: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/cartas/oe3/mrxoe329.htm. Recuperado el 05-08-2017.
[3] Carta de Engels a José Bloch. Op. cit.
[4] Carta de Engels a Bloch. Op. cit.
[5] Ibid.
[6] Ibid.
[7] Marx, K “Tesis sobre Feuerbach”.  https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/45-feuer.htm. Recuperado el 06/08/2012.
[8] Marx, K “Tesis sobre Feuerbach”.  Op cit.
[9] Carta de Engels a Bloch. Ibid.
[10] Engels, F. “El Anti- Dühring”. p 139. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/anti-duhring/ad-seccion2.htm. Recuperado el 05/08)2017.

[11] Engels, F. “El Anti- Dühring”. Op. cit. P. 143.
[12] Ibid p. 142.
[13] Ibid. P. 139.
[14] Entiéndase necesidad como razón primera que crea y define la totalidad del ser y su devenir. Representa la oposición de lo económico frente a la idea hegeliana del espíritu absoluto. 

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