La educación intercultural en el Perú y el desafío de la modernidad en el Perú



La educación intercultural en el Perú y el desafío de la modernidad en el Perú
Por: Daniel Loayza Herrera.[1]



La Educación intercultural es una de las propuestas más importantes para enfrentar la segregación social y propiciar la integración y el dialogo entre individuos y colectividades provenientes de distintos orígenes culturales y geográficos.

En los últimos años la UNESCO ha venido destacando el papel que la educación debe cumplir en el proceso de construcción de democracias participativas, expresadas en una convivencia que se fundamente en la igualdad, en el respeto por la diferencia y la singularidad.

La propuesta de la educación multicultural, enarbolada por los organismos internacionales, nacida en los países más desarrollados como una respuesta a la necesidad de manejar los problemas culturales provenientes de la migración de individuos del llamado tercer mundo, sostiene que en las sociedades existen diversas colectividades que tienen culturas distintas y que el entorno educativo puede crear los espacios que hacen posible un diálogo entre ellas en un contexto de igualdad democrática y participativa.

La sociedad peruana actual tiene aún como uno de sus rasgos fundamentales la colonialidad. Nos referimos a aquella que se da hacia adentro y básicamente entre nosotros. Este fenómeno no debe entenderse simplemente como la dependencia frente a un país o potencia extranjera, proveniente de una economía mundial en las cual ocupamos un lugar en la periferia, sino como la compleja red de dominación que antecede a la mundialización del capitalismo, que se origina más bien en la conquista española de los andes, y que tiene como uno de sus aspectos fundacionales, y por ello más arraigado, profundo y doloroso, la extirpación de la cultura tradicional y su sustitución violenta por la occidental.[2]

La imposición de la cultura occidental y la imposibilidad de encontrar espacios de desarrollo desde la mirada de las culturas tradicionales, constituye uno de los problemas que impide el que nos reconozcamos en el otro, que tengamos tolerancia frente a la diferencia, pero también frente a nuestras igualdades. En nuestro país es común encontrar que la negación del otro no es el rechazo a lo extraño sino a una parte de lo que nos es propio. Este silenciamiento se puede entender con la idea de violencia simbólica, de la que nos habló Bordieu.

En el Perú las formas de ver, sentir y vivir las realidades que son alternativas a las dominantes, occidentales y modernas no son toleradas. En general las expresiones culturales no occidentales son aceptadas de manera solo superficial, pero no de manera oficial.

La colonia inició un proceso en el cual la imposición social fue de la mano con la dominación cultural. A la par que los españoles y sus descendientes se constituían en los amos de estas tierras, su dios, sus santos, su lengua se impuso.

La conquista y la dominación colonial se impusieron sobre el desprecio y la desvalorización de todos los logros alcanzados por las poblaciones de los Andes. Primero fueron las divinidades andinas y las huacas, consideradas peligrosas por su `potencial movilizador; posteriormente lo fueron los símbolos incas, como consecuencia de la revolución de Túac Amaru II.

Pero en ninguna época como en la república se estuvo en capacidad de destruir con mayor eficacia a las culturas tradicionales. Fue en el siglo XX que el Estado Peruano, al extender la cobertura educativa y al convertir la alfabetización y escolarización en un objetivo y deber de Estado, estuvo en capacidad de aculturar masivamente a las poblaciones de culturas tradicionales, Luego esto quedó eficazmente reforzado con la aparición de medios masivos de comunicación.

La escuela en el Perú, desde su origen, está ligada a la necesidad de consolidar el Estado-nación, borrando todas aquellas expresiones que no encajaran en el modelo dominante. Era la forma en que se buscaba modernizar al país; pero de modernizarlo contra los andes, de lograr “ sacar al indio de su degradación a través de la educación”. Se buscaba que la educación pudiera eliminar lo indígena.

En este sentido, y sin menoscabar el papel que cumple en el desarrollo, la escuela en el Perú ha sido un espacio de dominación cultural, de ejercicio de la violencia simbólica, un lugar donde los otros deben ser civilizados, dejar de ser lo que son. Rodrigo Montoya dijo al respecto:
“A otros, a quienes disfrutan del poder y a los ideólogos de las clases, estratos y culturas dominantes les interesa el olvido, que los de abajo renuncien a su propia memoria, cuanto antes mejor. Las grandes propuestas civilizadoras tienen un mismo sello colonial: humanizar a quienes todavía no son humanos, cristianizar a los paganos que están en manos del demonio, civilizar a los salvajes, y modernizar a los tradicionales22. A los que propusieron la extirpación de idolatrías les corresponde la responsabilidad inicial de esta búsqueda del olvido a través de la persecución, la tortura, la prisión y la muerte. A los fundamentalistas de la modernidad y de la democracia que sólo soportan en sus espejos sus propias imágenes y detestan los rostros de los otros, peor aún si son indígenas nacidos en este suelo que fue íntegramente suyo, les toca la responsabilidad actuar…”
Nuestra sociedad no es el resultado de la interacción de varias colectividades cada una con su cultura en particular y que es necesario ponerlas a dialogar, al contrario es el producto de un proceso en el cual los rostros de los otros, su color de piel, su apariencia y sus culturas también viven en nosotros, donde el aceptar al que tenemos al frente también es aceptarnos a nosotros mismos.
En este sentido Carlos Iván Degregori destaca las diferencias entre la idea de multiculturalidad y la de interculturalidad. Para el la primera se refiere a una realidad que se vive en los países del norte en los cuales se busca que los diferentes alcancen el diálogo y la igualdad; mientras que la segunda se refiere más al caso de diversas culturas, pero con límites indefinidos, donde las relaciones de poder no se entienden sino en la relación misma, donde debe establecerse un diálogo con el otro y a la vez con nosotros.
La identidad tiene como uno de sus elementos más importantes el aspecto lingüístico. La lengua juega un importante papel como trasmisor de cultura, creador de imágenes y símbolos que permiten que la realidad sea entendida y vivida de determinadas manera. .
La escuela ha cumplido su papel de aculturar, de imponer la cultura dominante sobre gran parte de la población peruana. La escuela, al ser el vehículo de expresión de la cultura de los dominantes, ha permitido más bien darle a esta un nivel de superioridad frente a las culturas dominadas. Una de las consecuencia de esto es el desdoblamiento entre el espacio público y el privado, entre el conocimiento aceptado, la verdad oficialmente establecida y sus creencias palpitantes y subterráneas, pero vedadas.
En suma, la educación en el Perú ha promovido la modernización de nuestro país, pero sin romper con la tradición colonial. Ha promovido una modernización que ha reforzado los lazos coloniales al interior de la sociedad peruana, aumentado la dependencia y destruyendo parte de nuestras reservas culturales e identitarias.
Por ello estamos de acuerdo con aquellos que privilegian la educación multilingue como forma de reducir la violencia cultural que promueve la escuela. Pero también es importante destacar que la educación multilingue no constituye la solución a los problemas socio-culturales que vive e país. Nuestros desafíos deben ser más amplios.
El desafío más importante que debe asumir la educación en el Perú es como construir espacios que permitan el diálogo entre las diversas formas de ver y vivir la realidad, respetando las particularidades y diferencias.
La única forma en que la educación intercultural puede tener éxito es reconociendo que la escuela no es espacio aislado y que pese a su importancia no es el único que puede crear estos contextos de convivencia porque estos problemas se remontan a tiempos anteriores a la difusión de la escuela en el Perú.
Decimos entonces que el mayor desafío de la educación en el Perú es como puede propiciar la consolidación y formación de las distintas identidades al interior de la sociedad peruana; pero a la vez la integración del conjunto de la sociedad peruana en la modernidad, la tecnología, el progreso, el bienestar , en suma el desarrollo, que es al final de cuentas lo único que garantizará el respeto hacia todas las expresiones culturales que alberga nuestro país.
En este sentido, la educación debe jugar un papel fundamental en la formación de un proceso de modernización y democratización de la sociedad peruana que no sea contra los Andes, que sea liberador y no neo-colonizador. Para ello deben realizarse políticas públicas claras orientadas a generar una progresiva adquisición de poder por parte de las distintas colectividades del Perú, que mejore su capacidad de acción y de integración en espacios que trascienden al ámbito de la escuela.



[1] Licenciado en Historia y Licenciado en Educación. E mail: danivan98@hotmail.com
[2] Nos referimos a una violencia que va más allá de la agresión física del otro. Más bien a aquella violencia que se da en el plano simbólico, que impone referentes y que no acepta otras formas de ver la vida., en el sentido de violencia simbólica de Bourdieu.

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