Abimael Guzmán y Sendero Luminoso: dogmatismo profético y purificación sangrienta

“El marxismo siempre nos ha enseñado que el problema está en la aplicación de la verdad universal…”

Abimael Guzmán, “La entrevista del siglo”

Por: Daniel Loayza Herrera


Sendero Luminoso fue una organización estructurada sobre un discurso dogmático, fundamentalista y por ende hermético e impermeable. La negación de toda explicación alternativa de la realidad fue una de sus características. La convicción, por parte de sus integrantes, de que su ideología era una verdad absoluta y universal, y por ende incuestionable e insuperable, los condujo a un fanatismo pocas veces visto en la historia peruana.

Este discurso se estructuró sobre la base de la profecía marxista, cuyos antecedentes se remontan al llamado Manifiesto Comunista, de 1848. En aquella obra, Marx y Engels, plantearon la inevitabilidad de la revolución mundial proletaria. Esta revolución, para los padres del llamado “socialismo científico”, sería el resultado de la lucha de clases, como ley universal que guía el desarrollo de las sociedades. Esta ley de la historia, a decir, de los redactores del Manifiesto Comunista, responde a una dinámica independiente de toda voluntad personal. Los integrantes del PCP “Sendero Luminoso” se sentían los legítimos herederos y abanderados de la revolución mundial. La “chispa que incendiará la pradera”. En suma, los depositarios de la revelación marxista. En diversos escritos partidarios, se encuentran referencias a la profecía marxista y a la autodefinición como auténticos comunistas, faro de la revolución mundial.

Este discurso profético estaba reforzado por la recurrencia permanente a las obras de los clásicos del marxismo. Las citas de Marx, Engels, Lenin y especialmente de Mao se encuentran de manera prolífica en los documentos políticos del PCP “Sendero Luminoso”. Estas constantes referencias permitieron reforzar la sensación de ser los auténticos representantes de la •”pureza del marxismo”; pero a la vez, permitieron articular todas las acciones del partido con el fundamento ideológico que los aglutinaba.

El marxismo-leninismo-maoísmo es la ideología de la cual partió PCP “Sendero Luminoso” para interpretar el mundo y su propio papel en él. Esta ideología era entendida como el resultado de una ruptura histórica en el desarrollo del pensamiento universal. Era vista como una teoría todopoderosa, capaz de transformar el mundo a través de la violencia revolucionaria. Vista así, la ideología marxista-leninista-maoísta fue percibida como una verdad, una luz que se opone a todas las visiones transfiguradas, aparentes, alteradas y anti-históricas de la realidad. Este convencimiento, o acto de fe, los llevó a oponer su propia visión de la realidad a todas las otras, generando una visión polarizada de la realidad. Es precisamente esta concepción antitética de la realidad la que los condujo a la conformación de una organización de carácter sectario.

El llamado ¨”pensamiento Gonzalo” fue integrado a su concepción del marxismo. Los aportes de su líder, Abimael Guzmán, fueron procesados por los integrantes del PCP “Sendero Luminoso” como la aplicación correcta y pura del marxismo-leninismo-maoísmo a las condiciones de la llamada “Guerra Popular” al Perú. En este sentido, el llamado “pensamiento Gonzalo” le permitió a los integrantes de sendero reforzar dos convicciones: la primera, referida a ser los auténticos comunistas, los verdaderos depositarios de la profecía marxista; la segunda, de poseer el pensamiento comunista más avanzado del mundo, siendo por ello el germen de la revolución mundial


El credo fundamentalista

Todo pensamiento fundamentalista pretende explicar la totalidad de lo existente, aspira a no presentar fisuras. Su poder explicativo debe ser universal. Esta por encima de cualquier consideración de tiempo y lugar y es de cumplimiento obligatorio. El discurso dogmático niega toda explicación alternativa a la existente. Quienes comparten el discurso dogmático son intrínsecamente intolerantes con respecto a todo argumento que desafíe la explicación ofrecida por el dogma. Esto ocurre porque la pretensión de totalidad lleva a la conformación de un sistema, que garantice su unidad monolítica. El pensamiento fundamentalista en su deseo de no ser contaminado por aquellos que le son ajenos busca mantener su pureza a través exégetas. Son los exégetas los que interpretan los textos en los que se describen los fundamentos e interpretaciones de la realidad que se desprenden de los dogmas compartidos. De esta forma el dogma fundamentalista termina sacralizado y aquellos exégetas que interpretan los alcances del dogma, convertidos en sus sumos sacerdotes.

El pensamiento fundamentalista niega toda concepción que le es ajena. Todo pensamiento que este fuera de su sistema y estructuras interpretativas es percibido como una amenaza, como un demonio al cual hay que exorcizar. Es necesario, que a la vista de quines comparten un credo fundamentalista exista la idea de que cualquier otra forma de ver la realidad es el producto de la alteración o la ignorancia. Esto lleva a que, necesariamente, quienes comparten los dogmas, se agrupen, constituyendo sectas que se apartan progresivamente del mundo. Este proceso de sectarización de quienes comparten el credo fundamentalista es el resultado de la visión polarizada que comparten quines participan en ella.

La conformación de sectas convierte al credo fundamentalista en una forma de organización social. Así se construye un espacio social alternativo al existente. Sus miembros se partan de la sociedad para establecer al interior redes que les permiten construir significantes culturales acordes a su credo. Un mundo simbólico aparece como producto de la formación de las sectas. Un código que permite identificar a sus miembros, pero también que refuerza el credo.

Las sectas proveen a sus miembros de una protección frente al mundo exterior, refuerza el propio credo y brinda la certeza y la seguridad que les impide flaquear en su fe. En suma, crea una cultura alternativa, permitiendo que el credo fundamentalista se transforme en vivencia cotidiana.

La cultura construida a partir de credos fundamentalistas genera una visión maniqueísta y polarizada de la sociedad. El mundo se estructura en luz/oscuridad, buenos/malos, portadores de la verdad/ignorantes, luz/oscuridad, futuro/presente.

El credo fundamentalista se asienta sobre la fe en un futuro mejor, libre de todos los vicios del mundo presente. Se transforma en mensaje profético. El futuro se convierte en la luz que acabará con la oscuridad presente. La cultura de la secta, en este sentido, es la cultura de la luz. Quienes son miembros de una secta viven la luz, una luz que los separa de la oscuridad del mundo exterior. La secta, así se transforma en la semilla del nuevo mundo. En la prueba de que ese mundo no solo es posible, sino necesario.

El alcanzar ese mundo implica una serie de peligros. El mundo externo es un mundo al que se le teme, que permanentemente amenaza a los miembros de la secta. El camino es difícil, las tentaciones muchas. Es necesario que los miembros de la secta se apeguen escrupulosamente al dogma. Que sus comportamientos guarden una perfecta concordancia con aquellas normas de comportamiento que le permitan estar a la altura de la verdad revelada.

El exégeta se convierte así en la garantía de la correcta interpretación de la norma. En el individuo que puede comprender cual es el camino correcto, la senda que conduce al futuro mejor. El exégeta así transmuta y se convierte en profeta. Anuncia el nuevo mundo e impone nuevos valores y prácticas. Se constituye en guía espiritual a cuyo juicio deben entregarse las voluntades de sus seguidores. El profeta pasa así a encarnar el nuevo mundo. Lo anuncia y pero también lo vive. Se convierte en modelo y, con ello, se diferencia de aquellos que lo siguen. El profeta se deshumaniza, convirtiéndose en tan sagrado como el mensaje que anuncia.



El dogma ideológico senderista

Sendero Luminoso está adscrito al llamado “marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento Gonzalo”. Esta definición sintética resume una concepción del mundo, un conjunto de elementos sobre los cuales aportaremos algunos elementos para ofrecer a su esclarecimiento.

El origen más remoto del pensamiento senderista se encuentra en lo que Marx planteó en el llamado “Manifiesto Comunista”. Esta pequeña obra, aparecida en 1848 resumió, a decir el propio Marx, la concepción del mundo del proletariado. Fue el resultado de múltiples influencias, entre las que encontramos a la filosofía hegeliana, la teoría de la lucha de clases, desarrollada por Marx, a partir de las observaciones de los historiadores franceses del siglo XVIII, a propósito de la revolución francesa; así como de del llamado socialismo utópico, que auguraba una era en la cual no existirían clases sociales ni explotación.

Marx sintetizaba su visión de la historia con su famosa frase: “La historia de toda la humanidad es la historia de la lucha de clases”. Esta lucha de clases conduciría ineludiblemente a una revolución proletaria mundial. En este esquema, la historia universal se presenta como monolítica, con un curso obligatorio y continuo en su desarrollo. No da lugar a discontinuidades ni a la posibilidad de desarrollos que escapen a esta visión autosuficiente, autónoma y unitaria.

Marx lanzó así un mensaje profético. La revolución es ineludible. Está determinada por la dinámica de la lucha de clases y sobre ella no se puede oponer ningún tipo de voluntarismo. El proletariado de ésta manera está destinado a cumplir con su rol histórico. Marx se convirtió en el anunciador de un nuevo tiempo.

La conquista del poder y la aniquilación del viejo orden solo pueden ser posibles a través de una lucha revolucionaria cruenta. “La violencia es la partera de la historia”, es la sentencia histórica del viejo Marx, elevada para el fundador del llamado socialismo científico a la categoría de ley del desarrollo de las sociedades. Pero hay que recordar que la violencia no es un fin de sí mismo, en el pensamiento de Marx, sino un medio para alcanzar el ansiado comunismo.

A la muerte de Marx, el llamado marxismo debió enfrentar múltiples fisuras. Las dos más importantes fueron la llamada socialdemócrata y la ortodoxa. La primera planteaba que era posible llegar al socialismo sin necesidad de recurrir a la lucha violenta. Negaba la condición de que la violencia sea la partera de la historia, optando por los medios electorales, dentro del sistema para alcanzar la transformación social. De igual manera, esta corriente abandonó la idea del comunismo como fin último de la historia. Frente a ella se alzó la corriente ortodoxa, que conservaba todos los postulados de Marx, pero especialmente los referidos a la necesidad de la violencia revolucionaria como medio para alcanzar la transformación de la sociedad. Esta última corriente tachó a la otra de “revisionista” y “pequeño burguesa”, dividiendo el camino entre aquellos que se sentían los auténticos y legítimos continuadores de la línea de Marx de aquellos que no habían abandonado su profecía.

En este sentido, Lenin, como continuador de la corriente profética del marxismo, desarrolla las tesis de Marx, adaptándolas a las condiciones de la lucha revolucionaria en Rusia. Esta aplicación del pensamiento de marxista a la condiciones de rusas, llevó a Lenin a la necesidad de desarrollar su concepción sobre la forma en que la violencia revolucionaria debía ser conducida. Esto dio origen al pensamiento militar marxista.

Lenin partiendo del hecho de que la revolución es, ante todo, un medio para alcanzar el objetivo político de construir un nuevo estado -el socialista- , que lleve hacia el comunismo, planteó, por primera vez, al interior del marxismo, la sujeción de los aspectos militares a los objetivos políticos. Lenin recogió el postulado fundamental de Clausewitz :“la guerra es la política por otros medios”.

La experiencia china ciertamente marcó un hito importante en el desarrollo de la teoría revolucionaria. Marx había planteado una revolución proletaria en el mundo, pero ciertamente gran parte de los llamados países semi-coloniales de aquel entonces tenían una exigua cantidad de proletarios. Mao Tse Tung fue el primero en plantear la posibilidad de que el campesinado sea una fuerza revolucionaria. El éxito de su lucha revolucionaria transformó las concepciones que de la revolución proletaria se tenían hasta entonces.

El problema era determinar si la experiencia revolucionaria de Rusia y de China tenía validez universal. Es decir, si esto demostraba la posibilidad de desarrollar una revolución de alcance mundial o si eran experiencias aisladas y, por ende, si los postulados planteados por estos revolucionarios tenían un alcance universal.

El marxismo había nacido como una concepción del mundo, que explicaba desde la materia hasta la conciencia, pasando por la historia y su dinámica. Sus postulados debían ser universales. Al interior de esta concepción, la historia ocupaba un aspecto fundamental, pues su destino debía ser el comunismo. No importaba cual pudiera ser el nivel de desarrollo ni las particularidades, el fin era el mismo.

Si los planteamientos de Marx tenían valor universal era pertinente plantear que su desarrollo tanto por Lenin como por Mao también debía tenerlos, pues de otra forma quedaba la puerta abierta para que se plantearan otras vías alternativas para llegar al socialismo, incluso la vía parlamentaria, planteada por los “revisionistas”.

Fue ese el sustento para que tanto la Unión Soviética como China exportaran sus modelos revolucionarios. Esforzándose por captar seguidores en todo el mundo y extender sus influencias fuera de sus propios países contribuyen a la creación de partidos comunistas por todo el mundo. Esta proyección llegó a su punto más problemático cuando la Unión Soviética desarrolló una política que obviaba a China. La Unión Soviética se veía a sí misma como la líder indiscutible del mundo socialista. China, por su parte quería ocupar un lugar de importancia como potencia mundial.

Luego de la muerte de Stalin y del ascenso de Nikita Jruschov las cosas cambiaron en la URSS. En el XX Congreso del PCUS Jruschov hizo duras críticas al período estalinista. Posteriormente, en 1964, el líder soviético lanzó la tesis de la coexistencia pacífica. Esta planteaba el reconocimiento del bloque capitalista por parte de la Unión Soviética; pero a su vez exigía de los Estados Unidos el mismo reconocimiento. Una vez más China no era considerada como una fuerza política digna de ser tomada en cuenta.

Mao Tse Tung se la jugó políticamente rompiendo sus, hasta el momento, cálidas relaciones con Moscú. Sostuvo que la tesis de la coexistencia pacífica era una traición al marxismo-leninismo y reclamó para sí el liderazgo de la revolución mundial proletaria. De igual manera acusó a la Unión Soviética de ser el social-imperialismo. Mao, de esta manera, sería el único profeta de la revolución mundial.

Es pertinente advertir que esta maniobra, por parte de Mao, estuvo encaminada a cumplir sus propios objetivos políticos. La Unión Soviética era imperialista desde la segunda guerra mundial. Fue precisamente Stalin quien dio inicio al imperialismo soviético sobre los países de Europa oriental, hacia 1945 y no desde 1964 que lo denunció Mao en nombre de la pureza del marxismo. Por otro lado, China también se comportaba en el Tíbet como una potencia imperialista desde la década de 1950´s. Es pertinente advertir que Mao era un hombre con una gran dosis de pragmatismo, el cual lo llevó a recibir, en 1972, al presidente Nixon y a Henry Kissinger. Hay que considerar que no era posible recibir a Nixon ni a su comitiva si no se reconocía su existencia y no se realizaba en términos pacíficos.

La maniobra China tuvo un éxito relativo en el mundo. Los partidos comunistas en el mundo, pero en especial en el Perú, hicieron eco del deslinde ideológico Chino. Los chinos presentaron el desarrollo del marxismo como marxismo-leninismo-maoísmo.

Muchos partidos comunistas en el mundo se quebraron ideológicamente, dada su dependencia ideológica e incluso económica que mantenían respectivamente con los soviéticos o chinos. A partir de 1964, la República Popular China lanzó una ofensiva por captar el respaldo de los partidos comunistas en el mundo, Para ello trató de exportar su modelo revolucionario: la revolución del campo a la ciudad. El llamado Partido Comunista del Perú “Bandera Roja”, dirigido por Saturnino Paredes, y en donde militaba Abimael Guzmán, fue uno de los que se alineó con la corriente pro-china.

Abimael Guzmán y Saturnino Paredes estaban muy separados por su forma de trabajo y por los apetitos personales, por ser los líderes del partido. Las rivalidades entre estos dos personajes al interior del llamado PCP “Bandera Roja”, terminaron en mutuas expulsiones.

Guzmán por ese entonces era profesor de Filosofía en la Universidad San Cristóbal de Huamanga. Fue a partir de ahí que empezó su trabajo de construcción partidaria. Guzmán vivía plenamente la profecía marxista que anunciaba el comunismo. Pensaba que el ser comunista significaba ser militante y ofrecer su vida a la causa revolucionaria. Pero dadas las luchas que el pensamiento comunista había tenido que enfrentar contra “el revisionismo y el pensamiento burgués”, debía construir una organización monolítica en torno a la profecía marxista.

A partir de ahí Guzmán empezó a impulsar el llamado “Comité de Trabajo intelectual José Carlos Mariátegui”. En él empezó a realizar una labor exegética de interpretación del pensamiento de Mariátegui, a la luz del pensamiento maoísta que había abrazado hace ya algunos años.

Fruto de este esfuerzo logró mostrar a un Mariátegui plenamente concordante con las tesis maoístas. Partiendo del análisis de Mao y Mariátegui encontró que ambos coincidían en las definiciones de semi-feudal; así como el hecho que ambos le asignaban al campesinado el carácter revolucionario. Incluso Guzmán sostuvo que Mariátegui tenía un pensamiento militar . Guzmán consideró que Mao Tse Tung había realizado el porte más avanzado a la teoría marxista de la revolución: la “Guerra Popular”; en este sentido, Mao constituía el profeta universal de la revolución y Mariátegui el mayor intelectual peruano que demostraba que las tesis maoístas eran plenamente vigentes a la realidad peruana.
Hasta ese momento Guzmán se presentaba como el exégeta del partido. Recurría continuamente a las citas de Marx, Lenin, Mao y Mariátegui para hacer sus interpretaciones y para tomar decisiones por más sencillas que pudieran ser. Esto cumplió los fines fundamentales. Por un lado afirmaba categóricamente la verdad universal del marxismo, su condición de ideología ciencia todopoderosa, de verdad revelada; pero, por otro lado, garantizaba su papel como líder indiscutible del partido al constituirse en el intermediario entre esa verdad y el resto de militantes. Aún Guzmán no era el profeta, sino solo un sacerdote.

La muerte de Mao tuvo en sendero una profunda identificación. Había muerto el profeta, y ahora era traicionado por el “revisionista” Teng Siao Ping. Sendero estaba en la orfandad, conservando como una herencia el legado del “pensamiento maoísta todopoderoso”.

Mao había anunciado que dentro de cincuenta o cien años el imperialismo se derrumbaría irremediablemente, dando paso al comunismo. Había anunciado la luz. Guzmán hizo suya esta afirmación profética de Mao. El mundo presenciaba la última oleada revolucionaria mundial. Sendero era fiel al maoísmo y Guzmán se sentía su mejor exégeta e interprete.

Hacia fines de los años 70s el mundo comunista había entrado en crisis. Incluso China había abandonado la ideología de Mao. El Perú se preparaba para el retorno a la democracia luego de doce años de gobierno militar y la izquierda estaba participando en los mecanismos del sistema.

A lo largo de los documentos del PCP se aprecia que Guzmán nunca se planteo la necesidad de determinar las especificidades de la realidad peruana, llegando al punto de que reclamaba la plena vigencia de lo planteado por Mariategui, olvidando los cambios por los que había pasado la sociedad peruana entre 1930 y los anos 70s.

Guzmán no percibía con claridad lo que estaba ocurriendo. Fiel a la fe en el pensamiento de Mao. Convencido de la profecía maoísta, confiado en la infalibilidad de la “ideología-ciencia” del marxismo, sostuvo que el imperialismo se derrumbaba; pero dadas las circunstancias, era imperativo que el PCP “Sendero Luminoso” iniciara esta última etapa de la revolución mundial. Una revolución cuyo triunfo ya estaba escrito .

La revolución mundial, para Guzmán, era una fuerza purificadora, era el alba después de una larga noche de oscuridad. El PCP Sendero Luminoso estaba llamado a conducir la gesta más grandiosa de la historia universal: la revolución proletaria.

Guzmán afloró, bajo su dogmatismo ideológico, la inmensa dosis de religiosidad en la que se sustentaban sus convicciones. Durante las campañas de definición al interior de su partido, que condujo antes de la lucha armada, hizo gala de sus cualidades para presentar a la lucha armada, a la violencia revolucionaria, como una gesta epopéyica y luminosa.

Siendo fiel a su rol de exégeta del marxismo, que había venido desarrollando desde la década de los 60s, hizo leer párrafos en los que se exaltaba la heroicidad, se realizaban grandes gestas, y se alcanzaban grandes cumbres cuando había convicción, arrojo y compromiso ilimitados con la revolución.

Guzmán comprendía que estaba dando el paso hacia un camino sin retorno. Ya no era suficiente que sus militantes se consideraran los auténticos portadores de la verdad del marxismo. El problema de mostrar que eran los verdaderos marxistas en el Perú había sido hasta el momento un problema intelectual. Era hora de las definiciones. Ahora cada uno de los militantes de sendero tendría que demostrar con que estaban hechos. El panorama estaba claro. Salvo que se mantuviera una concepción “pequeño burguesa”, no había razón para considerar que no estaban preparados para el ILA (inicio de la lucha armada).

La profecía Maoísta era infalible, el imperialismo mundial necesitaba solo el último golpe para derrumbarse. En consecuencia el Perú debía estar atravesando por una condición revolucionaria. Había que insuflar el credo senderista, inspirar confianza en los militantes: “El imperialismo es un tigre de papel”, como decía Mao.

Pero el camino hacia la luz no es fácil. El imperialismo se resistirá con todas sus fuerzas antes de su definitiva caída. Era necesario que los militantes estuvieran dispuestos a pagar el costo de realizar la gesta más trascendente del mundo. A lo largo de este difícil camino deberían saber discernir entre el camino correcto y el incorrecto, desconfiar de sus propias apreciaciones y de la de los camaradas. El pensamiento “pequeño burgués” era como un monstruo que permanentemente estaba al acecho. En ese momento emerge la figura del exégeta, del hombre que sabe interpretar el rumbo correcto, el que conoce los secretos de la revelación de Marx. Para garantizar este camino es pertinente que el exégeta sea ascendido a la condición de guía, conductor.

Así, el pensamiento de Guzmán se convierte en “pensamiento gonzalo” . Guzmán emergerá como la única individualidad entre la masa que hace la revolución. Para garantizar la entronización de su pensamiento como línea de acción, Guzmán se convertirá en el conductor de la guerra, en el jefe militar . La organización, fiel al cumplimiento de la profecía marxista, deberá enfocarse en las necesidades de la guerra: el partido se militariza.

Las necesidades de la guerra exigen unidad de mando. La lucha de dos líneas, tan preconizada por Guzmán como método maoísta de resolver las contradicciones al interior del partido, se desvanece. Su liderazgo pasará a ser indiscutible. Guzmán ahora está por primera vez de en condiciones de transmutar para convertirse en el profeta de la revolución.

Guzmán pasa a ser el líder de la revolución mundial, el hombre, bajo cuya conducción se está gestando la más grande guerra purificadora de la historia universal. El mismo pasa a convertirse en expresión sacra de la revolución. La “cuarta espada” dirán algunos; “el genio del proletariado”, dirán otros .

Lo cierto es que Guzmán será santificado, venerado, su imagen opacará a las masas en los representaciones alegóricas senderistas. Se le mostrará más grande que sus dirigidos. Será el mismo, la encarnación de la revolución.

La revolución la hacen las masas; pero las masas no son nada sin la dirección. La dirección no es nada sin su profeta. En suma, el profeta Abimael Guzmán encarnará a la revolución, pasará a ser la garantía del triunfo, el portador del pensamiento infalible .

Durante los primeros años del inicio de la lucha armada, sendero obtuvo notorios éxitos. El estado peruano no comprendía a qué enemigo se estaban enfrentando. Estos éxitos iniciales fueron explotados por Guzmán, al interior de su partido, para eliminar toda voz discordante. En la cabeza de Guzmán demostraban que el imperialismo se derrumbaba, que era un “tigre de papel”, pero también que él era el único e indiscutible profeta de la revolución. Este pensamiento terminó siendo parte de los delirios del propio Guzmán.

La creencia de que la sociedad estaba absolutamente polarizada, a la luz de la agudización de las contradicciones sociales previa al triunfo de la revolución mundial; su culto a la violencia como fuerza purificadora y la megalomanía que lo embargaba, reforzada por una corte de aduladores fanáticos, terminó por convertir su sueño en una pesadilla.

En concordancia con su ficción profética, siembre caracterizada por su falta de realismo: por la pérdida del contacto con la realidad que el propio Guzmán había construido para sí y para los suyos, desarrolló una guerra que a la postre desencadenarían en su derrota.

Fue, aunque parezca paradójico decirlo, tan maoísta y tan mariateguista que termino negando a ambos. Mao desarrollo su concepción de la guerra a partir de las particularidades de la realidad China. Adaptó los postulados del marxismo a las condiciones que le toco enfrentar. Es por eso que puso tanto hincapié en su teoría del conocimiento . Se podía ser marxista leninista sin copiar a Lenin. Es mas, entendió que para ser leninista no debía copiar a Lenin.

Si bien Mariategui era marxista leninista, en suma comunista, era ciertamente muy distinto a la imagen que Guzmán creo sobre el. Mariategui no entendía el marxismo como la copia mecánica y acrítica, sino como el resultado de su confrontación con la realidad concreta, sin olvidar sus especificidades. Guzmán olvido que para Mariategui el marxismo debía desarrollarse en el Perú "sin calco ni copia"; sino como "creación heroica". El dogmatismo de Guzmán, su miopía, le impidieron enfrentar la realidad.

Guzmán evidencio una profunda incapacidad para comprender las señales que la realidad le enviaba. La pérdida del respaldo campesino hacia finales de los ochenta era desoída por el líder senderista. Su dogmatismo ideológico era su talón de aquiles. El marxismo para el era una religión donde el quería ser Dios.
Este dogmatismo ideológico se puede apreciar en su espíritu exegético. Continuamente y de manera recurrente citaba a los clásicos del marxismo, de manera mecánica y fuera de contexto, con el fin de afirmar su posición al interior del partido. Esto se debía al hecho de que Guzmán consideraba que las frases de Marx, Lenin o Mao tenían validez universal, que estaban fuera de tiempo y lugar. Convirtió al marxismo en una teoría a-histórica. Este dogmatismo profético lo llevo a desarrollar una guerra sanguinaria en el Perú.

Ciertamente Guzmán, para construir una ideología monolítica, capaz de enfrentar la lucha armada y de garantizar la fortaleza interna de la jefatura, elaboro un discurso marxista de carácter dogmático y ciertamente anquilosado. Copio la tipificación que Mao hacia de la sociedad peruana trasplantándola mecánicamente a la realidad peruana. No identificaba los cambios operados en la sociedad peruana entre los anos 20s y los 80s.



La violencia purificadora

Guzmán, veía a la violencia revolucionaria como un proceso purificador de la sociedad. Para él la lucha armada no era simplemente la consecuencia de la lucha de clases. Era una gesta gloriosa que anunciaba un luminoso futuro. Sus referencias a la llamada "guerra popular" están cargadas de un subjetivismo voluntarista digno de ser destacado.

Guzmán desde finales de los anos 70s y como parte de los preparativos para el inicio de la llamada lucha armada ILA , planteo la necesidad de controlar bajo su jefatura tanto el aspecto político como el militar. Para ello recurrió a sus exegéticas citas maoístas a las que había acostumbrado a sus cuadros. Estas le permitieron la sacralización de su postura al interior del partido y garantizaban su triunfo en la llamada lucha de dos líneas.
Guzmán, en su condición de jefe político y militar del PCP planificaba los atentados y era el directo destinatario de los informes de los atentados perpetrados. En este sentido queda claro que el accionar senderista era la expresión sangrienta de su concepción profética y dogmática.

Hay dos elementos que permiten comprender el salvajismo con el que sendero mataba a sus victimas y que fue una de las características mas saltantes de su accionar militar. Elementos asentados en el más profundo fundamentalismo de carácter profético. Por una lado estuvo la idea de estar en la ultima fase y definitiva de "arrasamiento del imperialismo mundial"; por el otro, la creencia de que la violencia revolucionaria es un acto purificador.

Como ha sido señalado, Guzmán sostuvo, en la década de los 80s, que el imperialismo atravesaba por su última crisis, la terminal y definitiva, la cual seria coronada por el triunfo de la revolución mundial. Por otro lado, la idea de que la violencia revolucionaria constituye una fuerza purificadora lo llevo al convencimiento de que mientras la violencia revolucionaria fuera más sangrienta mas purificadora era, conduciéndolo hacia una suerte de culto a la muerte.

De esta forma, la manera especifica en que sendero mataba a sus victimas, recurriendo al uso de machetes o de cualquier instrumento que produjera un excesivo sufrimiento por parte de sus victimas y los testigos entraña un conjunto de códigos dignos de destacar.

Por un lado marca la diferencia entre la teoría militar burguesa y la llamada línea militar proletaria. Represento a la violencia de los de abajo, del pueblo, pues recurrió, en muchos casos a los instrumentos con los que cuenta el campesinado. El uso de armas arcaicas es la expresión de la posición de que lo militar se sujeta a lo político. Los derechos humanos se desvanecieron en nombre del imperativo revolucionario, siendo la afirmación de que para sendero no hay individuos sino masas. Las ejecuciones permitían deshumanizar a los verdugos, convirtiéndolos en simples instrumentos de la revolución.

La revolución estaba por encima de toda consideración humana. Este tipo de asesinatos puso a la revolución y a sendero por encima de todo valor cristiano. El verdugo era una especie de superhombre que esta más allá del bien y del mal, haciéndolo trascendente, único y elegido. En suma; superior por ser el portador de la revelación profética.

La expresión sanguinaria de la profecía, requería hombres que renunciasen a su humanidad, pues la revolución es el aquí y el ahora; mientas que la profecía es lo eterno. La revolución esta por encima de eso. No los mata el verdugo, sino el curso de la historia. Mientras más sangrienta es más pedagógica es. Expresa mejor el odio de clase y la necesidad de “macharle” las ideas revolucionarias a la masa .

Pero esta explicación aun termina siendo insatisfactoria pues ante ella surge la pregunta, ¿como se explica la matanza de los campesinos, a los cuales defiende supuestamente la revolución senderista?

En principio fiel a la ortodoxia marxista la sociedad esta conformada por clases, no por individuos. Para sendero, el individuo no existe, solo la masa y el interés de la masa esta en la revolución. Este razonamiento podía explicar la llamada "cuota de sangre' que exigía Guzmán a los miembros de sendero, permitiéndoles tener un absoluto desprecio por la vida. Por otro lado, en el contexto de la profecía senderista, sustentada en la idea de que el sistema capitalista y el imperialismo estaban atravesando por su inminente y definitivo derrumbe, era lógico para los senderistas que la sociedad estaba polarizándose cada vez mas; no dando lugar a ninguna posibilidad de neutralidad en el curso de la llamada "guerra popular'. Bajo esta lógica, toda oposición de los campesinos al partido era entendida como una traición a la clase. No siendo importantes los individuos, cuya existencia era negada, se les podía eliminar. En este caso, la eliminación de aquellos campesinos por parte de sendero era una forma de defender los intereses de clase. Una autentica paradoja surgida del fundamentalismo profético senderista y de la sacralización de la muerte.

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