La objetividad en la historia

Considero que el tema de la objetividad en la historia no ha perdido ni debe perder actualidad. Sin embargo, es pertinente ubicarnos en el entorno epistemológico del cual proviene, para posteriormente pasar al tema político que se desprende de éste debate.



En principio, la idea de la objetividad, entendida como la capacidad para reflejar en la mente un objeto o relación tal cual es, proviene de la concepción positivista del siglo XIX. Este búsqueda por comprender y explicar el mundo "tal cual es" llevó a Carnap a plantear la necesidad de construir un metalenguaje que pudiera, a partir de enunciados lógicos, explicar de manera clara e incontrovertible todos los fenómenos desde el punto de vista científicos. Después de un largo trajinar hemos visto que estos intentos han sido vanos.



Wittgenstein más bien parece tener razón cuando sostiene que el lenguaje no puede ser reducido a enunciados de estructura lógica y formal y que más bien esto no reflejaría de enorme complejidad que entraña el mensaje en su propia esencia y que él define como "los juegos del lenguaje". Estos "juegos de lenguaje" resumen la complejidad de la creación cultural, la posibilidad de que el hombre y los hombres permanentemente estén en capacidad de definir su mundo material y cultural.



La realidad social está compuesta por un número indeterminado de relaciones de toda índole. la enorme cantidad de relaciones son, en su totalidad, irreductibles en la mente humana. Para abordar la complejidad que entraña la vida social ( como lo diría Morín) es necesario partir de determinados enunciados de carácter general y por ello bastante alejados de la posibilidad de ser falsados empíricamente ( como diría Lakatos). En éste sentido, los marcos teóricos de caráter básico carecen de demostración empírica y la virtud que exhiben y que los hace a unos mejores que otros son fundamentalmente la consistencia lógica y que les permite explicar de manera más sencilla los fenómenos sociales o la utilidad social que se pueda encontrar en ellos para explicar determinados fenómenos de alcance particular y sobre los que sí se pueda manejar evidencia empírica.



No se puede separar la idea de objetividad del método científico. En todo caso, el tema no está en determinar sin tal o cual historiador cree que la objetividad es posible; sino más bien el plantear si un método científico puede alcanzar explicaciones que reflejen el fenómeno en cuestión.



En éste sentido, diremos que la historia puede alcanzar niveles de objetividad gracias que puede verificar la narración que se construye en relación al devenir histórico, confrontándola con la evidencia empírica sobre ese hecho ( esto es con las fuentes). Pero la investigación histórica se desarrolla obre hechos particulares y en éste sentido, las explicaciones que se dan sobre éstos hechos alcanzan sólo a ellos y no a otros ( salvo que queramos caer en la visión positivista de las ciencias sociales ya bastante desprestigiada.



Diremos entonces que sí se puede alcanzar a reflejar el hecho con "objetividad", pero con una objetividad que está en relación de dependencia con respecto al marco teórico utilizado, al método desarrollado y a la evidencia de la cual se disponga. Es una objetividad que no tiene rango de exclusividad, sino que al contrario, puede dar cabida a una gran cantidad de visiones distintas e incluso contradictorias.



Frente a lo anteriormente expresado pueden surgir múltiples interrogantes e incluso la sospecha de que no existe consistencia lógica. Sin embargo diremos que cuando nos encontramos frente a dos explicaciones teóricas con respecto a un hecho y estas son contradictorias la forma de resolver cuál de ellas es la más adecuada es sometiéndola a una gran cantidad de hechos y aquella que puede explicar la mayor cantidad de hechos con un mayor nivel de sencillez, es la mejor teoría o enfoque.



Ahora, con respecto al observador, en éste caso el historiador, creo que está demás decir que el puede llegar a explicar un fenómeno, por más que lo estudie en toda la complejidad que éste tuvo. Es evidente que nunca contará con evidencia de una gran cantidad de procesos y en otros casos está siempre será sesgada. Además, el historiador está inmerso en la sociedad y por ello no puede escapar a los valores, creencias, actitudes y esperanzas de su tiempo, de su clase o de a la que quiere trepar, etc.



Creo que la práctica social es una de las mejores formas de demostrar la validez de una teoría. ¡ Pero cuidado amigos¡, no es la única, sino, ya no tendría sentido seguir siendo marxistas, habida cuenta que los vaticinios de Marx, que se desprenden de su propia teoría no se han cumplido.

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