Reflexiones en torno a la diversidad cultural y la identidad en el Perú
I. Nuestra diversidad cultural
El Perú, país de una larga y vieja historia no sólo se ha visto favorecido por la naturaleza. Los peruanos, acostumbrados a pensar en nuestras riquezas como provenientes del subsuelo nos hemos olvidado que tal vez lo más valioso que tenemos está sobre el suelo: sus habitantes y junto con ellos la enorme riqueza cultural que tan diversa población representa.
La diversa conformación geográfica del Perú ha llevado a que las respuestas de la cultura al medio hayan sido sumamente diversas. El Perú antiguo vio florecer una gran cantidad de culturas como respuesta a los grandes desafíos de la supervivencia y del desarrollo social. El hombre andino, como respuesta a las adversidades del medio tuvo que domesticar entre muchas otras especies la papa, la cual dejó de ser una raíz no comestible para pasar a ser uno de los alimentos más valiosos del mundo.
Entre los 14500 a.C y la llegada de los españoles a estas tierras 1532, han surgido innumerables desarrollos culturales que, salvo algunas excepciones marcadas por los llamados Horizontes culturales, han tenido carácter regional. La mayor parte de toda nuestra historia prehispánica ha estado marcada por cultural de carácter regional: Paracas, Salinar, Gallinazo, Vicus, Moche, Nazca, Tiahuanaco, Huancas, Chachapoyas, Chancay, Cañaris y Tallanes son sólo algunos ejemplos. Incluso la mayor realización política andina, como fue el caso del Tahuantinsuyo, no pudo romper con los regionalismos andinos y construir una unidad al interior. Esa es sin duda una de las razones que explican el decisivo apoyo que las huestes españolas encontraron en muchos pueblos andinos, como los huancas, los cuales querían liberarse del dominio Incásico.
A la diversidad andina y su preferencia por la organización regional antes que por la unidad de todo el espacio andino, se sumo la invasión de pueblos de tierras desconocidas con conocimientos, valores y creencias completamente distintas: el español y el africano. La invasión española significó para los pueblos andinos un cataclismo, la puesta del mundo al revés, como diría el gran historiador Alberto Flores Galindo, el fin de una concepción del mundo para dar paso a otra. La imposición cultural y las relaciones de dominación no tardaron en aparecer. Las relaciones de dominación se fueron estructurando mientras se iba concretando la llamada conquista. La conquista no fue otra cosa que el sometimiento sistemático y sumamente violento de poblaciones distribuidas en un enorme espacio geográfico, que asistían sorprendidas al Apocalipsis de su orden cósmico. De un momento a otro, sus dioses no eran dioses, su inca no era gobernante, sus tierras no eran suyas, sus mujeres eran ahora de los invasores y su vitalidad estaría al servicio de los nuevos dominantes de estas tierras: los españoles.
España trajo al Perú el castellano, los valores feudales, el cristianismo y un gran número de artefactos y de especies animales y vegetales que contribuyeron enormemente a que esta parte del mundo fuera más diversa. La diversidad se hizo más compleja aún porque el aporte español y africano no fueron una simple suma de elementos agregados a los pre-existentes, sino que dieron lugar a otros nuevos y mucho más complejos. Así no tardaron los españoles en mezclar su sangre con indígenas ni negras, dando lugar a un fenómeno cultural sumamente complejo que de manera simplista, y hoy nada científica, ha venido a llamarse mestizaje. Mestizaje, palabra que hace referencia más al cruce racial que a la simbiosis cultural. Este fenómeno dio origen a lo que hoy llamamos el Perú. Estas constituyen las fuentes primigenias que han dado lugar a lo que hoy conocemos como sociedad peruana.
España trajo al Perú, entre muchas otras cosas, la religión cristiana, elemento sin el cual no existirían, por ejemplo, la gran cantidad iglesias y de expresiones cristianas que se presentan en todo el Perú. El arroz, fue uno de los cultivos más importantes con el cual los españoles contribuyeron a rediseñar toda nuestra culinaria. Hoy el arroz es el acompañante principal de gran parte de los platos del Perú y, para muchos de nosotros elemento imprescindible en la mesa. La vid, traída por los españoles y aclimatada generosamente en la zona de Pisco, ha dado origen a nuestro Pisco, bebida de bandera y expresión de peruanidad. El contacto entre la cultura española y la andina dio lugar a la creación múltiples expresiones culturales, entre las que podemos mencionar algunos instrumentos musicales de suma importancia en la cultural andina de hoy, como es el caso de charango o la guitarra andina.
La influencia afro en el Perú es sin duda alguna de muy apreciable valor. Así, fueron los afroperuanos los que crearon nuestro apreciado cajón, sin el cual la llamada música peruana no sería lo que es. Expresiones musicales como el landó, por ejemplo, simplemente no existirían. Además no podemos dejar de mencionar la innumerable cantidad de comidas y postres que hasta el día de hoy disfrutamos de manera cotidiana: la carapulcra, la pancita, los anticuchos, la mazamorra morada, entre otros.
La dominación española integró al espacio andino amplias zonas de la amazonía que habían permanecido vedadas para las huestes Incas. Los españoles en busca del país de la canela y el ansiado dorado se internaron en regiones inhóspitas y desconocidas marcando una presencia que luego sería consolidada por algunas ordenes religiosas, que en su esfuerzo catequizador contribuyeron a integrar al dominio del Estado Colonial espacios anteriormente ajenos y desconocidos. La integración de amplias zonas de la selva a la jurisdicción del estado Colonial contribuyó a aumentar aún más nuestra diversidad cultural. Actualmente en nuestra amazonía habitan 42 grupos étnicos, los cuales constituyen una enorme reserva cultural y de conocimientos sobre uso de los recursos de la zona.
El aporte de los pueblos de la selva a nuestro país es cada día creciente. Así, contribuyen con una gastronomía muy importante, como es el caso de los llamados juanes, la cecina y el tacacho, entre otros, y una gran cantidad de licores ( como es el caso del “salta patrás”, “levántate Lázaro”, el “RC”, entre otros) así como de una gran cantidad de frutos, como es el caso del camu camu.
Al interior de las relaciones sociales durante la dominación española existieron mecanismos de exclusión, amparados fundamentalmente en el racismo, los cuales permitieron la explotación económica, pero también la simbólica. Así el desprecio y la desvalorización fueron dos de los rasgos más importantes de las relaciones sociales en aquel entonces. Estos elementos generaron que la diversidad cultural existente no implicara necesariamente la integración ni el diálogo intercultural.
El Perú, en términos socio-culturales era un espacio simbólico marcado por la exclusión, la marginación y el racismo; pero unido por la dominación y la explotación.
El advenimiento de la república contribuyó poco a cambiar esta situación. No fue la llegada de la independencia el resultado de una transformación en las estructuras sociales fundamentales, sino de la incapacidad de España para sostener su dominación política sobre América. Los sectores aristocráticos limeños tampoco pudieron mantenerse en el poder sin el auspicio de la decadente monarquía peninsular. Sin embargo, ello no significó que los sectores ubicados en la base de la pirámide social pudieran deshacerse del yugo que pesaba sobre ellos, siguieron siendo los que no pudieron levantar la “humillada cerviz”, siendo esta expresión tan apócrifa como la estrofa del himno nacional que solemos entonar.
La primera mitad de nuestra vida republicana vio el eclipse de la esclavitud. El desarrollo del capitalismo mundial y las necesidades del poder inglés en el mundo imponían nuevas formas de explotación. En nuestro país esta institución experimentó un rápido declive desde el momento en que se San martín declaró la libertad de vientres y los propios esclavos fueron adquiriendo su libertad. Pero las necesidades de fuerza de trabajo por parte de las haciendas de la costa se mantuvo, generando la inmigración china.
La inmigración china en el Perú es la segunda más grande del mundo, sólo superada por la realizada a los Estados Unidos, específicamente en la costa oeste (San Francisco, California). La población china en el Perú es hoy una de las mejor integradas a la vida nacional y además ha tenido una enorme influencia cultural en nuestro país. Hoy, solo en la Avenida Canadá existen más de treinta chifas. Cualquiera puede comprobar que es más fácil encontrar donde comer una arroz chaufa o tomarse una sopa wantán que comer un arroz con pato o con pollo. Los chinos en Lima se asentaron principalmente en la zona de los barrios altos y han formado lo que hoy conocemos como el barrio Chino. Gran centro comercial y cultural de la ciudad de Lima que evidencia los vínculos que tenemos con el gigante asiático.
Hacia la mitad del siglo XIX llegó una reducida, pero no por ello menos importante población alemana y austriaca al Perú, como consecuencia de os intentos de Echenique, por traer población europea con el fin de establecer colonias en nuestro país. Fruto de esta migración tenemos a Antonio Brack Egg como nuestro primer ministro del Medio Ambiente y a los Schuller, como uno de los introductores de la utilización de la uña de gato.
Otras migraciones al Perú han sido minoritarias, pero sumamente importantes para entender al Perú de hoy. Tal es el caso de la italiana. Nuestro máximo héroe del ejército peruano durante la guerra con Chile era de ascendencia italiana: Bolognesi. Fueron los italianos los primeros bomberos del Perú. Otras familias han influido poderosamente en la vida nacional: Los Lanatta, Piaggio, Cogorno, entre otros. No podemos dejar de mencionar la influencia italiana en el Perú sin hablar de Raimondi, un estudioso que no sólo amo al Perú sino que nos enseñó la enorme cantidad de potencialidades que nuestro país alberga. De Italia, igualmente, hemos aprendido a comer la pizza y las pastas.
La migración japonesa también debe ser tomada en cuenta. La influencia de los japoneses en el Perú puede considerarse capital. Alberto Fujimori es un ejemplo muy claro de ello. Es la influencia japonesa la que nos ha llevado a cambiar la forma de preparación de nuestro cebiche, que antes debía ser cocido por efecto del limón y la sal y hoy lo comemos crudo.
El Perú del siglo XX es mucho más complejo que el de las épocas que lo precedieron. Las culturas, en permanente relación, han dado lugar a un conjunto de expresiones que aumenta en complejidad como consecuencia de la llamada globalización. La chicha, la cumbia y la tecnocumbia son tal vez los fenómenos contemporáneos más visibles.
II. El problema de la Identidad en el Perú
Frente a la enorme diversidad cultural del Perú se nos plantea un problema de capital importancia: que el Perú y que es ser peruano. Este problema es un asunto que no se puede responder con facilidad, dada la enorme heterogeneidad de nuestro país, especie de resumen del mundo en términos culturales y naturales.
Este problema se nos plantea porque lo que hoy consideramos Perú es un espacio geográfico y social definido por los límites actuales del Estado peruano y no por aspectos de índole socio-cultural. La sociedad peruana durante mucho tiempo no ha pasado de ser una ficción. En el espacio geográfico de lo que hoy llamamos Perú han existido muchas sociedades, muchos perúes; algunos dominantes y otros dominados; unos oficiales otros marginados.
Cuando nace el Perú como Estado republicano se nos plantea el problema de construir una nación. En el modelo político español este problema no existía. Los españoles y los criollos no podían considerarse como parte de una nación con los indígenas y los afroperuanos, ya que al estaban convencidos que las diferencias raciales imposibilitaban la constitución de una nación única para todos.
La llegada de la república, al asumir el discurso liberal, burgués y antimonárquico y asumir las ideas políticas de Siéyes, (ideólogo de la Revolución Francesa, que planeó la soberanía de la nación) impuso la necesidad de que en el Perú nos inventáramos una nación. ¿Pero, qué elementos debían estar contenidos en esa nación?
Formada la república era fundamental superar el fraccionalismo social, las distancias geográficas y la propia debilidad organizativa del Estado. Para ello se buscó elementos que pudieran mantener la unidad política, pero sin sacrificar el orden social: se inventó una idea de la nación desde lo criollo y costeño, hábilmente matizada por un recuerdo nostálgico de la grandeza Inca. Nuestra imagen de nación en el siglo XIX y XX ha sido la prolongación de la conciencia criolla colonial con todos sus vicios y limitaciones: racista, marginadora y justificadora de la explotación.
La idea de nación se inventó con el fin de operar el nuevo Estado, fue imperativo político y no cultural. Por ello el Estado encausó `políticas que buscaron “occidentalizar” a las demás poblaciones, desaparecer sus expresiones culturales con el fin de construir “una auténtica nación”, licuar todo lo heterogéneo.
Todo lo anterior no pasó de ser la forma en que los peruanos tratamos de hacer coincidir los diversos espacios culturales con los límites de un Estado que no fue sino el resultado de una división colonial completamente arbitraria. En busca de esos elementos apareció la idea del mestizo. Gracilazo de la vega se convirtió en aquel producto que resumía lo peruano y superaba las heterogeneidades al interior de nuestra sociedad. No pasó se ser una fallido intento por encontrar algo que en realidad no existe.
Le guerra con Chile ha jugado un papel de suma importancia para estructurar nuestra identidad. Nos ha ofrecido la idea de tener un enemigo común, un elemento que nos aglutine, algo que legitime al Estado y a nuestra relación con él. Sin embargo no nos ha permitido construir un país del diálogo hacia el interior.
El problema de la identidad en el Perú es más bien el problema de las identidades en el Perú. La gran pregunta que el Perú nos plantea hoy no es ¿cómo podemos construir una identidad nacional? Sino más bien ¿cómo podemos construir un diálogo intercultural en el Perú que nos permita convivir armónicamente en torno a un modelo político de amplia representación socio-cultural?
El Perú, país de una larga y vieja historia no sólo se ha visto favorecido por la naturaleza. Los peruanos, acostumbrados a pensar en nuestras riquezas como provenientes del subsuelo nos hemos olvidado que tal vez lo más valioso que tenemos está sobre el suelo: sus habitantes y junto con ellos la enorme riqueza cultural que tan diversa población representa.
La diversa conformación geográfica del Perú ha llevado a que las respuestas de la cultura al medio hayan sido sumamente diversas. El Perú antiguo vio florecer una gran cantidad de culturas como respuesta a los grandes desafíos de la supervivencia y del desarrollo social. El hombre andino, como respuesta a las adversidades del medio tuvo que domesticar entre muchas otras especies la papa, la cual dejó de ser una raíz no comestible para pasar a ser uno de los alimentos más valiosos del mundo.
Entre los 14500 a.C y la llegada de los españoles a estas tierras 1532, han surgido innumerables desarrollos culturales que, salvo algunas excepciones marcadas por los llamados Horizontes culturales, han tenido carácter regional. La mayor parte de toda nuestra historia prehispánica ha estado marcada por cultural de carácter regional: Paracas, Salinar, Gallinazo, Vicus, Moche, Nazca, Tiahuanaco, Huancas, Chachapoyas, Chancay, Cañaris y Tallanes son sólo algunos ejemplos. Incluso la mayor realización política andina, como fue el caso del Tahuantinsuyo, no pudo romper con los regionalismos andinos y construir una unidad al interior. Esa es sin duda una de las razones que explican el decisivo apoyo que las huestes españolas encontraron en muchos pueblos andinos, como los huancas, los cuales querían liberarse del dominio Incásico.
A la diversidad andina y su preferencia por la organización regional antes que por la unidad de todo el espacio andino, se sumo la invasión de pueblos de tierras desconocidas con conocimientos, valores y creencias completamente distintas: el español y el africano. La invasión española significó para los pueblos andinos un cataclismo, la puesta del mundo al revés, como diría el gran historiador Alberto Flores Galindo, el fin de una concepción del mundo para dar paso a otra. La imposición cultural y las relaciones de dominación no tardaron en aparecer. Las relaciones de dominación se fueron estructurando mientras se iba concretando la llamada conquista. La conquista no fue otra cosa que el sometimiento sistemático y sumamente violento de poblaciones distribuidas en un enorme espacio geográfico, que asistían sorprendidas al Apocalipsis de su orden cósmico. De un momento a otro, sus dioses no eran dioses, su inca no era gobernante, sus tierras no eran suyas, sus mujeres eran ahora de los invasores y su vitalidad estaría al servicio de los nuevos dominantes de estas tierras: los españoles.
España trajo al Perú el castellano, los valores feudales, el cristianismo y un gran número de artefactos y de especies animales y vegetales que contribuyeron enormemente a que esta parte del mundo fuera más diversa. La diversidad se hizo más compleja aún porque el aporte español y africano no fueron una simple suma de elementos agregados a los pre-existentes, sino que dieron lugar a otros nuevos y mucho más complejos. Así no tardaron los españoles en mezclar su sangre con indígenas ni negras, dando lugar a un fenómeno cultural sumamente complejo que de manera simplista, y hoy nada científica, ha venido a llamarse mestizaje. Mestizaje, palabra que hace referencia más al cruce racial que a la simbiosis cultural. Este fenómeno dio origen a lo que hoy llamamos el Perú. Estas constituyen las fuentes primigenias que han dado lugar a lo que hoy conocemos como sociedad peruana.
España trajo al Perú, entre muchas otras cosas, la religión cristiana, elemento sin el cual no existirían, por ejemplo, la gran cantidad iglesias y de expresiones cristianas que se presentan en todo el Perú. El arroz, fue uno de los cultivos más importantes con el cual los españoles contribuyeron a rediseñar toda nuestra culinaria. Hoy el arroz es el acompañante principal de gran parte de los platos del Perú y, para muchos de nosotros elemento imprescindible en la mesa. La vid, traída por los españoles y aclimatada generosamente en la zona de Pisco, ha dado origen a nuestro Pisco, bebida de bandera y expresión de peruanidad. El contacto entre la cultura española y la andina dio lugar a la creación múltiples expresiones culturales, entre las que podemos mencionar algunos instrumentos musicales de suma importancia en la cultural andina de hoy, como es el caso de charango o la guitarra andina.
La influencia afro en el Perú es sin duda alguna de muy apreciable valor. Así, fueron los afroperuanos los que crearon nuestro apreciado cajón, sin el cual la llamada música peruana no sería lo que es. Expresiones musicales como el landó, por ejemplo, simplemente no existirían. Además no podemos dejar de mencionar la innumerable cantidad de comidas y postres que hasta el día de hoy disfrutamos de manera cotidiana: la carapulcra, la pancita, los anticuchos, la mazamorra morada, entre otros.
La dominación española integró al espacio andino amplias zonas de la amazonía que habían permanecido vedadas para las huestes Incas. Los españoles en busca del país de la canela y el ansiado dorado se internaron en regiones inhóspitas y desconocidas marcando una presencia que luego sería consolidada por algunas ordenes religiosas, que en su esfuerzo catequizador contribuyeron a integrar al dominio del Estado Colonial espacios anteriormente ajenos y desconocidos. La integración de amplias zonas de la selva a la jurisdicción del estado Colonial contribuyó a aumentar aún más nuestra diversidad cultural. Actualmente en nuestra amazonía habitan 42 grupos étnicos, los cuales constituyen una enorme reserva cultural y de conocimientos sobre uso de los recursos de la zona.
El aporte de los pueblos de la selva a nuestro país es cada día creciente. Así, contribuyen con una gastronomía muy importante, como es el caso de los llamados juanes, la cecina y el tacacho, entre otros, y una gran cantidad de licores ( como es el caso del “salta patrás”, “levántate Lázaro”, el “RC”, entre otros) así como de una gran cantidad de frutos, como es el caso del camu camu.
Al interior de las relaciones sociales durante la dominación española existieron mecanismos de exclusión, amparados fundamentalmente en el racismo, los cuales permitieron la explotación económica, pero también la simbólica. Así el desprecio y la desvalorización fueron dos de los rasgos más importantes de las relaciones sociales en aquel entonces. Estos elementos generaron que la diversidad cultural existente no implicara necesariamente la integración ni el diálogo intercultural.
El Perú, en términos socio-culturales era un espacio simbólico marcado por la exclusión, la marginación y el racismo; pero unido por la dominación y la explotación.
El advenimiento de la república contribuyó poco a cambiar esta situación. No fue la llegada de la independencia el resultado de una transformación en las estructuras sociales fundamentales, sino de la incapacidad de España para sostener su dominación política sobre América. Los sectores aristocráticos limeños tampoco pudieron mantenerse en el poder sin el auspicio de la decadente monarquía peninsular. Sin embargo, ello no significó que los sectores ubicados en la base de la pirámide social pudieran deshacerse del yugo que pesaba sobre ellos, siguieron siendo los que no pudieron levantar la “humillada cerviz”, siendo esta expresión tan apócrifa como la estrofa del himno nacional que solemos entonar.
La primera mitad de nuestra vida republicana vio el eclipse de la esclavitud. El desarrollo del capitalismo mundial y las necesidades del poder inglés en el mundo imponían nuevas formas de explotación. En nuestro país esta institución experimentó un rápido declive desde el momento en que se San martín declaró la libertad de vientres y los propios esclavos fueron adquiriendo su libertad. Pero las necesidades de fuerza de trabajo por parte de las haciendas de la costa se mantuvo, generando la inmigración china.
La inmigración china en el Perú es la segunda más grande del mundo, sólo superada por la realizada a los Estados Unidos, específicamente en la costa oeste (San Francisco, California). La población china en el Perú es hoy una de las mejor integradas a la vida nacional y además ha tenido una enorme influencia cultural en nuestro país. Hoy, solo en la Avenida Canadá existen más de treinta chifas. Cualquiera puede comprobar que es más fácil encontrar donde comer una arroz chaufa o tomarse una sopa wantán que comer un arroz con pato o con pollo. Los chinos en Lima se asentaron principalmente en la zona de los barrios altos y han formado lo que hoy conocemos como el barrio Chino. Gran centro comercial y cultural de la ciudad de Lima que evidencia los vínculos que tenemos con el gigante asiático.
Hacia la mitad del siglo XIX llegó una reducida, pero no por ello menos importante población alemana y austriaca al Perú, como consecuencia de os intentos de Echenique, por traer población europea con el fin de establecer colonias en nuestro país. Fruto de esta migración tenemos a Antonio Brack Egg como nuestro primer ministro del Medio Ambiente y a los Schuller, como uno de los introductores de la utilización de la uña de gato.
Otras migraciones al Perú han sido minoritarias, pero sumamente importantes para entender al Perú de hoy. Tal es el caso de la italiana. Nuestro máximo héroe del ejército peruano durante la guerra con Chile era de ascendencia italiana: Bolognesi. Fueron los italianos los primeros bomberos del Perú. Otras familias han influido poderosamente en la vida nacional: Los Lanatta, Piaggio, Cogorno, entre otros. No podemos dejar de mencionar la influencia italiana en el Perú sin hablar de Raimondi, un estudioso que no sólo amo al Perú sino que nos enseñó la enorme cantidad de potencialidades que nuestro país alberga. De Italia, igualmente, hemos aprendido a comer la pizza y las pastas.
La migración japonesa también debe ser tomada en cuenta. La influencia de los japoneses en el Perú puede considerarse capital. Alberto Fujimori es un ejemplo muy claro de ello. Es la influencia japonesa la que nos ha llevado a cambiar la forma de preparación de nuestro cebiche, que antes debía ser cocido por efecto del limón y la sal y hoy lo comemos crudo.
El Perú del siglo XX es mucho más complejo que el de las épocas que lo precedieron. Las culturas, en permanente relación, han dado lugar a un conjunto de expresiones que aumenta en complejidad como consecuencia de la llamada globalización. La chicha, la cumbia y la tecnocumbia son tal vez los fenómenos contemporáneos más visibles.
II. El problema de la Identidad en el Perú
Frente a la enorme diversidad cultural del Perú se nos plantea un problema de capital importancia: que el Perú y que es ser peruano. Este problema es un asunto que no se puede responder con facilidad, dada la enorme heterogeneidad de nuestro país, especie de resumen del mundo en términos culturales y naturales.
Este problema se nos plantea porque lo que hoy consideramos Perú es un espacio geográfico y social definido por los límites actuales del Estado peruano y no por aspectos de índole socio-cultural. La sociedad peruana durante mucho tiempo no ha pasado de ser una ficción. En el espacio geográfico de lo que hoy llamamos Perú han existido muchas sociedades, muchos perúes; algunos dominantes y otros dominados; unos oficiales otros marginados.
Cuando nace el Perú como Estado republicano se nos plantea el problema de construir una nación. En el modelo político español este problema no existía. Los españoles y los criollos no podían considerarse como parte de una nación con los indígenas y los afroperuanos, ya que al estaban convencidos que las diferencias raciales imposibilitaban la constitución de una nación única para todos.
La llegada de la república, al asumir el discurso liberal, burgués y antimonárquico y asumir las ideas políticas de Siéyes, (ideólogo de la Revolución Francesa, que planeó la soberanía de la nación) impuso la necesidad de que en el Perú nos inventáramos una nación. ¿Pero, qué elementos debían estar contenidos en esa nación?
Formada la república era fundamental superar el fraccionalismo social, las distancias geográficas y la propia debilidad organizativa del Estado. Para ello se buscó elementos que pudieran mantener la unidad política, pero sin sacrificar el orden social: se inventó una idea de la nación desde lo criollo y costeño, hábilmente matizada por un recuerdo nostálgico de la grandeza Inca. Nuestra imagen de nación en el siglo XIX y XX ha sido la prolongación de la conciencia criolla colonial con todos sus vicios y limitaciones: racista, marginadora y justificadora de la explotación.
La idea de nación se inventó con el fin de operar el nuevo Estado, fue imperativo político y no cultural. Por ello el Estado encausó `políticas que buscaron “occidentalizar” a las demás poblaciones, desaparecer sus expresiones culturales con el fin de construir “una auténtica nación”, licuar todo lo heterogéneo.
Todo lo anterior no pasó de ser la forma en que los peruanos tratamos de hacer coincidir los diversos espacios culturales con los límites de un Estado que no fue sino el resultado de una división colonial completamente arbitraria. En busca de esos elementos apareció la idea del mestizo. Gracilazo de la vega se convirtió en aquel producto que resumía lo peruano y superaba las heterogeneidades al interior de nuestra sociedad. No pasó se ser una fallido intento por encontrar algo que en realidad no existe.
Le guerra con Chile ha jugado un papel de suma importancia para estructurar nuestra identidad. Nos ha ofrecido la idea de tener un enemigo común, un elemento que nos aglutine, algo que legitime al Estado y a nuestra relación con él. Sin embargo no nos ha permitido construir un país del diálogo hacia el interior.
El problema de la identidad en el Perú es más bien el problema de las identidades en el Perú. La gran pregunta que el Perú nos plantea hoy no es ¿cómo podemos construir una identidad nacional? Sino más bien ¿cómo podemos construir un diálogo intercultural en el Perú que nos permita convivir armónicamente en torno a un modelo político de amplia representación socio-cultural?
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